El gobierno griego aceptó realizar concesiones a sus acreedores, los países de la zona euro y el Fondo Monetario Internacional, para lograr un acuerdo que desbloquee un nuevo tramo de ayuda del vigente programa de rescate a Grecia
“El ministro de Finanzas griego, Euclides Tsakalotos dijo a las instituciones que estaba de acuerdo” en aprobar medidas preventivas a aplicar en caso de no cumplir con sus compromisos con los acreedores, dijo una fuente próxima a las negociaciones, que cifró en un 2% del PIB heleno el alcance de estas medidas.
Tras el anuncio de esta concesión, el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijssebloem, indicó el regreso a “corto plazo” de las instituciones a Atenas para “trabajar con las autoridades”. “Es un paso muy bueno y positivo el volver a Atenas”, aseguró el también ministro de Finanzas holandés, para quien “queda mucho trabajo por hacer”.
En Atenas, los jefes de misión de los acreedores, los países de la zona euro y el Fondo Monetario Internacional, deberán cerrar un acuerdo completo y definitivo que permita el desembolso de un nuevo tramo de los 86 mil millones de euros del tercer plan de ayuda acordado a Grecia en 2015.
El tiempo apremia para desbloquear este nuevo tramo, ya que sin nuevos fondos del vigente tercer programa de rescate, Atenas no podrá devolver unos 7 mil millones de euros a sus acreedores, previstos para julio. Los mercados, además, “están empezando a reaccionar”, había indicado un responsable de la zona euro.
Los países de la zona euro y el FMI no lograron ponerse de acuerdo en los últimos meses sobre la elevada deuda griega, que tras seis años de rescates financieros alcanza el 176.9% del PIB, y sobre los objetivos económicos para Grecia, bloqueado cualquier avance en el plan de ayuda.
La institución monetaria con sede en Washington no quiere participar económicamente en el vigente programa, porque considera inalcanzables sus objetivos presupuestarios, a no ser que se intensifiquen las reformas previstas o los europeos aprueben una quita de la deuda griega.
Alemania, la primera economía de la zona euro y el principal acreedor de Grecia, no quiere ni oír hablar de esta segunda posibilidad, pero quiere la participación en el rescate aprobado en 2015 de la institución monetaria, como ya hizo en los dos anteriores en 2010 y 2012.
Sin una quita de la deuda, la institución con sede en Washington considera además muy ambicioso el objetivo impuesto a Grecia por los europeos de un superávit presupuestario primario, sin contar el pago de los intereses de la deuda, del 3.5% del PIB en 2018, abogando en su caso por 1.5%.
Para alcanzar el 3.5% en este contexto, el FMI estima que Atenas debería aprobar medidas preventivas, como una reforma de las pensiones y nuevas medidas fiscales para aumentar los ingresos, a aplicar en caso de no cumplir con este compromiso.