Después de muchos años los cines que habían quedado destrozados por la guerra o cerrado por los talibanes, funcionan otra vez en favor de la familia.
Las luces se apagan, el proyector ronronea y, por primera vez desde hace tiempo, varias familias afganas eufóricas comparten refrescos y palomitas de maíz sin perder de vista la pantalla, por la que desfilan las estrellas de Bollywood.
El cine abierto en Kabul para las familias es uno de los pocos espacios de ocio en la capital, sobre todo para las mujeres, a menudo confinadas en casa. Y una ocasión pasa salir con marido e hijos.
Otras salas de cine están reservadas a los hombres, que protestan, silban y comentan en alto la película, en medio del humo de cigarrillos y porros.
El cine Galaxy, abierto el año pasado, prohíbe el acceso a los hombres no acompañados durante algunas horas del día para proteger a las mujeres del acoso.
Zahra Sozan, una madre de 25 años, confirma que es inusual que las mujeres y los niños puedan disfrutar de películas.