El Mehrieh, un acuerdo en los matrimonios iraníes ha llegado a transformarse en una amenaza para los hombres que, en el peor de los casos, acaban convirtiéndose en víctimas de una extorsión sin escrúpulos por parte de las familias
Cuando Sadegh se casó con su amor de adolescencia, nunca habría pensado que un día se convertiría en uno de los miles de iraníes que acaban arruinados o incluso encarcelados a causa de un divorcio.
Sin embargo, esto es algo que ocurre cada vez más en Irán, donde un futuro esposo se compromete en su matrimonio a ofrecer monedas de oro a su mujer en caso de divorcio, un sistema llamado Mehrieh (“afecto”), derivado de una forma antigua de dote islámica.
Son las familias de los novios las que acuerdan el montante del Mehrieh antes de la boda.
“Nuestro Mehrieh era alto, unas 800 monedas de oro, pero cuando planeamos nuestro matrimonio no pensábamos en cómo podría acabar”, explica a la AFP Sadegh, que se divorció en 2016 tras ocho años de unión.
Cada moneda de oro vale 10 millones de riales (300 dólares), por lo que un iraní necesitaría 50 años con un salario medio para ganar el equivalente a 800 monedas de oro.
Según Sadegh, cuando los problemas aparecieron en su matrimonio y se mencionó una posible separación, “esto debía hacerse por consentimiento mutuo, sin pago del Mehrieh”.
Pero la familia de su mujer intervino y Sadegh se encontró ante un tribunal que le ordenó pagar inmediatamente la suma correspondiente al precio de 110 monedas, so pena de ir a la cárcel.
– Un negocio –
“La idea de acabar en prisión por eso, como en las películas, parecía ridícula”, explica. “El Merhieh funciona bien como apoyo financiero para las mujeres en una sociedad patriarcal como la iraní, pero se ha convertido en una especie de negocio”, lamenta.
Alegando su falta de medios, Sadegh -cuyo apellido no quiere que se divulgue- consiguió llegar a un acuerdo según el cual se comprometió a pagar el equivalente a 120 monedas de oro (36.000 dólares), a razón de una por mes. Es decir, diez años pagando la mitad de su sueldo.
Pero cinco meses después del acuerdo, perdió su empleo de fotógrafo.
En Irán hay 2.297 hombres en prisión por no haber podido pagar su Mehrieh, según la Autoridad Judicial.
Para los más pobres, la única esperanza de salir adelante es una ceremonia en la que ricos benefactores pagan estas deudas, a la que han recurrido 1.700 hombres en Teherán recientemente.
“Desgraciadamente, hoy la competencia entre las familias ha comportado un alza del Mehrieh” inédita, lamenta Hadi Sadeghi, un religioso y responsable de la Autoridad Judicial que ayuda a la organización de estas ceremonias.
Para obtener la mano de la esposa, las familias realizan una subasta y proponen un Mehrieh más y más alto.
El sistema perdió su función tradicional original, que era dotar a la joven pareja de un colchón para comprar muebles, lamenta Sadeghi.
– Una amenaza –
En los hechos, el Mehrieh ha llegado a transformarse en una amenaza para los hombres que, en el peor de los casos, acaban convirtiéndose en víctimas de una extorsión sin escrúpulos por parte de las familias, según él.
“Los chicos (futuros esposos) deben prestar atención para no dejarse estafar”, afirma Hadi Sadeghi.
Según Alirez Afsary, director de una fundación de ayuda a los prisioneros, “la primera pregunta que plantean numerosas familias cuando van a casar a su hija concierne al Mehrieh”. “Algunas leyes deben ser enmendadas y algunas costumbres culturales y sociales deben cambiar”, considera.
Pero, para muchas familias, el Mehrieh es una buena forma de no perderlo todo en caso de divorcio.
“Una mujer que se casa tiene siempre miedo de no tener verdaderos derechos en el momento de una separación e intenta asegurárselos mediante el Mehrieh”, afirma Safi, una joven esposa de una veintena de años.
El número de divorcios se ha multiplicado en los últimos años, a medida que la sociedad se ha ido modernizando y occidentalizándose y que las mujeres acceden a cada vez más derechos y libertades. En los últimos 11 meses, se efectuaron 165.000 divorcios, o sea, un alza del 15% en cinco años.
Si bien las autoridades “buscan los medios de apoyar a las mujeres permitiendo a los hombres que muestren su lealtad a las familias, debe haber nuevas leyes, por ejemplo, una división legal y a medias de los bienes de los hombres”, opina Shima, de 28 años.
Pero, de momento, Sadegh sigue en la trampa: todavía tiene que pagar 300 dólares mensuales a su exmujer, aunque esté en el paro. No pudo sin embargo hacer frente al último pago y podría ir a la cárcel.
“Éramos compañeros de clase y estuvimos juntos uno o dos años antes del matrimonio…”, recuerda. “Pensábamos que todo saldría bien, para siempre”.