Convertir el escenario mundial con libros y rosas es la iniciativa de España para que “El día Mundial del Libro y la Rosa” sea considerado por la UNESCO. En Barcelona, se logra conseguir el 8% de la facturación anual
Como cada 23 de abril, día de Sant Jordi, Barcelona amaneció invadida de color y cultura por la Fiesta del Libro y de la Rosa, una tradición catalana que se quiere convertir en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO.
Bajo un radiante sol primaveral, ríos de gente paseaban este domingo entre quioscos de libros y rosas rojas, celebrando el popular día de los enamorados de esta región del noreste de España.
“Es un día especial (…) Todas las calles están adornadas, decoradas con flores y libros, es muy bonito”, dice Joan Redon, un informático de 39 años que, como marca la tradición, le regaló una rosa a su pareja.
“No hay persona en Cataluña que no lo siga”, asegura.
La tradición marca que el día de Sant Jordi (San Jorge en catalán), los hombres regalan rosas a sus parejas y éstas les corresponden con un libro. Ahora, ellas también reciben libros y las flores se obsequian también a hijas, madres, amigas o compañeras de trabajo.
“Es una simbiosis perfecta entre literatura y estima”, según Joan Guillén, presidente del gremio de floristas de Cataluña.
Sólo en un día se espera vender más de 6 millones de rosas y 1,5 millones de libros. “En 12 horas facturamos entre el 5 y el 8% de la facturación anual, es brutal”, explica Marià Marín, secretario del gremio de libreros de Cataluña.
La región se convierte en un enorme mercado de rosas y libros, con escenarios donde se recita poesía, se leen fragmentos de clásicos literarios o actúan grupos musicales.