Para Trump y los abogados del departamento de Justicia se trata de convencer a los jueces de que las restricciones al ingreso de extranjeros a Estados Unidos es una potestad con la que cuenta la autoridad presidencial
Tras haber cosechado en febrero y marzo duras derrotas judiciales por su decreto migratorio, cuyas dos versiones fueron bloqueadas por los tribunales, Donald Trump apuesta este lunes a lograr su revancha en el juicio de apelación.
El desafío del Jeffrey Wall, un abogado del departamento de Justicia que representa a la administración, será persuadir a los jueces de que las restricciones al ingreso al país son parte de las potestades del presidente.
Wall y su equipo también deberán demostrar que la norma es “vital” para la seguridad nacional –una afirmación que se debilita con el paso del tiempo sin que exista ninguna evidencia de amenaza yihadista en el país.
Debido a la importancia y sensibilidad del caso, el cuarto circuito de la corte federal de Apelaciones sesionará directamente en formación plenaria, con el conjunto de sus jueces activos, algo nunca visto en un cuarto de siglo.
Los altos magistrados suman 15, pero dos se han recusado por iniciativa propia por potenciales conflictos de intereses, incluido el juez conservador J. Harvie Wilkinson, suegro del Wall.
La segunda versión del decreto cerraba temporalmente las puertas del país a los refugiados del mundo entero y a los ciudadanos de seis países de mayoría musulmana, en vez de los siete de la versión precedente.
Esta medida es la más controvertida de la administración Trump, que afirma, sin prueba alguna, que la inmigración agrava la criminalidad en Estados Unidos.