Se trata de un nicho rectangular con temperatura controlada dispuesto en un muro de una casa de dos pisos transformada por una pequeña iglesia de Seúl en refugio para bebés abandonados
En las imágenes de las cámaras de seguridad se ve a una mujer subir la escalera con paso inseguro. Abre una portezuela en un muro decorado como una guardería infantil y deja a su bebé.
Se agarra la cabeza con las dos manos pero se va, en ningún momento mira hacia atrás. Esta mujer probablemente no verá más al bebé que acaba de dejar en la “caja de bebés” de Seúl.
Corea del Sur, país destrozado por la guerra (1950-1953) logró erigirse espectacularmente al rango de cuarta economía del Continente.
Y durante un tiempo fue uno de los principales países donde los extranjeros encontraban niños para adoptar. La pobreza, la escasa reglamentación en un país conservador en lo que concierne a los linajes familares “puros”, y en donde se cultiva la idea de una homogeneidad étnica, hacen de Corea del Sur un lugar en donde los niños no deseados son legión.
Desde la década de 1950 en Estados Unidos se adoptaron 110.000 niños surcoreanos.
Pero, paradójicamente, los cambios legislativos destinados a reforzar los derechos de los niños tuvieron como corolario un aumento de los abandonos y de los ingresos en orfanatos, mientras que la cantidad de adopciones retrocede.
Como lo hizo la mujer que se ve en las cámaras de seguridad, más de 1.000 surcoreanos abandonaron a sus hijos desde 2010 en la “caja para bebés”.
– ‘Con cordón umbilical’ –
El dispositivo, controvetrido, garantiza el anonimato y permite que el abandono se haga en las mejores condiciones de seguridad e higiene posibles. Cuando se coloca a un bebé en el nicho se activa una alarma que alerta a los asistentes del lugar.
En promedio, cuatro bebés llegan cada semana, y algunos tienen todavía el cordón umbilical.
El pastor Lee Jong-Rak, de la iglesia de la comunidad de Jusarang, un barrio popular del sur de la capital, creó el dispositivo en 2010 al enterarse de que los bebés eran abandonados en las calles.
“Algunas adolescentes dan a luz en casas vacías o en baños públicos. Arropan al bebó y nos lo traen”, cuenta a la AFP.
Un día un bebé llegó cubierto de tierra. Su padre había decidido enterrarlo vivo, recuerda. “La madre, al ver la primera palada, no lo soportó y rescató al bebe”, comentó.
Los surcoreanos que no desean conservar a sus bebés pueden confiarlos a las agencias de adopción a las que les dejan un consentimiento por escrito. Hasta no hace mucho, las agencias no hacían mucho caso a la veracidad de las informaciones dadas.
Pero en 2012 una ley prohibió estrictamente a las agencias aceptar bebés sin los papeles necesarios y exige que las adopciones sean decididas por la justicia.
– Vacío jurídico –
El objetivo era conformarse a la Convención de La Haya de 1993 sobre la protección de los niños, de la cual una de las metas es permitir a aquellos adoptados encontrar algún día a los padres biológicos.
En 2010 cuando la “caja” se instaló se depositaron cuatro bebes. En 2013 fueron 224.
Se debe principalmente a la situación de madres solteras pobres. Criar sola a un niño en Corea del Sur sigue siendo un factor de exclusión.
Otro de los factores que hacen que los que abandonan a sus hijos busquen permanecer anónimos se debe a que los empleadores verifican los antecedentes familiales, y los registros oficiales conservan un rastro de un eventual rechazo de un niño.
La “caja” opera en medio de un vacío jurídico. Las autoridades no pueden aprobarla, pero tampoco la condenan ya que, como lo reconoce Kim Hye-Ji, una responsable del ministerio de Asuntos Sociales, la caja permite objetivamente salvar bebés.
Las autoridades del distrito de Gwanak pidieron varias veces al pastor que cierre el “establecimiento ilegal que alienta los abandonos”, segím el responsable local, Min Seo-Young.
– Caen las adopciones –
La ley de 2012, que endureció las obligaciones sobre la adopción, redujo en tres cuartas partes las adopciones por extranjeros, pasando de 916 a 236 en 2013.
Las autoridades surcoreanas esperan ratificar para fin de año la Convención de La Haya, que estipula que los niños deben ser adoptados de preferencia en su país de origen.
También, las autoridades surcoreanas regularán todas las etapas del proceso de adopción: entender las razones del abandono, evaluar las competencias de los padres que desean adoptar, y asegurarse que una vez adultos, los niños puedan encontrar a su familia de origen.
Pero Cho Tae-Seung, un colega del pastor Lee, teme que toda esta reglamentación incite aún más a las madres a deshacerse ilegal y peligrosamente de sus hijos.
“Es un muy difícil hallar un equilibrio entre las normas de adopción internacionales y la realidad”, subraya.
Junto a la “caja para bebés” hay un formulario en donde los padres pueden anotar el nombre, la fecha de nacimiento, las eventuales vacunas inoculadas.
La madre filmada por las cámaras no escribió nada.