Los miembros de la rama belga de la Cofradía pasaron una agitada semana previa de preparativos, después de que varios lotes de huevos y granjas del país se vieran afectados por el escándalo de la contaminación con fipronil, un insecticida prohibido en los animales destinados a consumo humano
El escándalo de los huevos contaminados y el tiempo lluvioso arruinaron un poco la fiesta del 15 de agosto en Malmedy, en el este de Bélgica, aunque la Cofradía homónima desafió la crisis y preparó su tradicional omelette gigante.
Alrededor de un millar de personas compartieron el enorme plato, según la agencia Belga, un año después de una participación récord con más de 6.000 asistentes.
La de Malmedy es una de las siete Cofradías de la Omelette Gigante que hay en el mundo, además de tres en Francia, una en Canadá, otra en Estados Unidos y una en Argentina.
Los miembros de la rama belga de la Cofradía pasaron una agitada semana previa de preparativos, después de que varios lotes de huevos y granjas del país se vieran afectados por el escándalo de la contaminación con fipronil, un insecticida prohibido en los animales destinados a consumo humano.
“Sufrimos de pleno esta crisis sanitaria del huevo”, reconoció René Bourguignon, mientras se entregaba a la preparación de la tortilla de huevo ataviado con camisa blanca y corbata amarilla, los colores de la Cofradía.
Bélgica es uno de los 15 países europeos afectados por el escándalo hasta ahora.
“Decidimos que haríamos la omelette de todas formas, porque tenemos confianza plena en nuestros productos locales, nuestros proveedores son locales y nos proporcionaron todas las garantías sanitarias que les pedimos desde el principio”, insistió Bourguignon.
Para realizar el plato los cocineros, voluntarios, emplearon unos 6.500 huevos, frente a los 10.000 que se usan habitualmente.
Lo completaron con taquitos de tocino, aceite y cebollín, todo cocinado a fuego de leña.
“De todas formas, los medios dijeron que hay que comer ocho huevos diarios” para que la salud del consumidor se vea afectada por el fipronil. “Yo, personalmente, no sé cómo comerlos”, ironizó una de las voluntarias, Gabiche Chleck.
“Evidentemente podía haber dudas entre el público y es un poco lo que temíamos. Pero viendo la cantidad de personas que vinieron hoy, creo que fue muy bien”, se congratuló Jean-Pierre Gilles, Gran Maestro de la Cofradía de la Omelette Gigante.
La Cofradía organiza desde hace más de 20 años esta cita culinaria, una fiesta popular y familiar inspirada en una tradición de una localidad francesa cercana a Toulouse (suroeste).