Para ello, los científicos estudiaron 12 musarañas desde el verano de 2014 hasta el otoño de 2015, las anestesiaron, radiografiaron su cráneo, e implantaron un chip electrónico bajo su piel para su identificación
La cavidad craneal de las musarañas, esos pequeños mamíferos parecidos a los ratones, puede reducirse hasta un 30% en invierno y recuperar su tamaño habitual cuando se acerca la primavera, un fenómeno sorprendente que los científicos todavía no logran explicar.
“Hemos constatado que todas las musarañas estudiadas sufren una reducción importante de su cráneo entre verano e invierno”, explica Javier Lazaro, un investigador del departamento de ornitología del Instituto Max Planck de Alemania, uno de los principales autores de este estudio publicado este lunes en la revista estadounidense Current Biology.
“Después, en primavera, la cavidad craneal aumenta para alcanzar prácticamente su volumen inicial en verano”, añade.
Este fenómeno, llamado “de Delhnel”, nombre del primer científico que lo observó, no había sido verdaderamente medido y documentado hasta el momento.
Las medidas obtenidas les permitieron confirmar las variaciones del tamaño del cráneo entre el verano, el invierno y la primavera siguiente en todos los pequeños mamíferos estudiados, sin excepción.
Hasta ahora “teníamos poca idea sobre las causas de este fenómeno”, admite Javier Lazaro.
Esta disminución del tamaño no afecta solamente al cráneo de las musarañas, sino a la totalidad de su organismo: varios órganos pierden su masa, la columna vertebral se reduce y el volumen del cerebro disminuye de 20 a 30%, indican los expertos.
Según ellos, como las musarañas tienen un metabolismo rápido, es probable que la disminución del tamaño de esos órganos les ayude a sobrevivir en invierno, cuando la comida es menos abundante.
A diferencia de otros animales, esta especie no emigra a regiones más cálidas en invierno ni hiberna como los osos.
Pero “el hecho de reducir el tamaño de la cabeza les debe permitir economizar su energía, ya que el cerebro consume más que el resto del organismo”, explica Lazaro.
El investigador reconoce que no puede explicar verdaderamente cómo se puede contraer el cráneo, si bien indica que parece que los tejidos craneales se reabsorben cuando llega el invierno y se regeneran en primavera.
“Esto significa que todas las musarañas padecen estos cambios todos los inviernos, lo que nos resulta asombroso”, agrega.
El equipo autor de este estudio tiene previsto continuar la investigación, sobre todo acerca de los cambios estructurales que se producen en los cerebros de las musarañas cuando se reduce su cráneo, y determinar los efectos en sus capacidades cognitivas.