El astuto gobierno de la isla mira sus opciones ante la inminente caída de la estructura venezolana y sobre todo su capacidad de regalar petróleo
Cuba busca desmarcarse de la dependencia del petróleo de Venezuela, cuyos aportes cayeron de un máximo de 115,000 barriles diarios en el 2008 a 45,000 nueve años después. La razón, la crisis múltiple que tiene al borde del precipicio al país sudamericano.
Pese al bajón en el suministro de hidrocarburos, Venezuela sigue siendo el primer socio comercial de Cuba, con un intercambio que llegó a los $5,000 millones hace cuatro años. La mayor parte en petróleo que Caracas vende a la isla a precios subsidiados y los servicios médicos, educativos, militares, de espionaje y control poblacional que más de 30,000 cubanos prestan a ese país.
Anticipándose a un futuro incierto, Cuba ha renovado su antigua relación con Argelia, productor principalmente de gas, pero también de petróleo, aunque con una notable merma en los últimos años.
De un salto en la producción hasta alcanzar 1.2 millones de barriles diarios, la explotación petrolera cayó a la mitad, 600,000 barriles diarios. Argelia, además, está obligada a reducir las exportaciones como parte de los acuerdos impuestos por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), ante la caída de los precios en el mercado internacional.
Una situación similar a la que enfrenta Venezuela, lo que ha postrado ambas economías dependientes de las exportaciones de hidrocarburos que representan un 60% de su Producto Interno Bruto (PIB).
Pese a la aguda crisis económica de esos países, Cuba ha logrado reforzar el teje Argel-La Habana-Caracas, pensando en su propia subsistencia.
El petróleo de Argelia
Este año la isla espera recibir 2.1 millones de barriles de petróleo argelino, que representa apenas 5,750 barriles diarios de crudo, lejos de lo que necesita para compensar la pérdida del abastecimiento venezolano.
Argelia está lastrada por propia y caótica situación económica. Carga también con una crisis social y una prolongada inestabilidad política que está consumiendo en la frustración y la incertidumbre a sus 40 millones de habitantes.
Cada vez es más creciente el temor de retroceder a la década de 1990 cuando para impedir que los islamistas tomaran el poder, luego de ganar las elecciones, los militares y los servicios secretos empujaron al país hacia una brutal guerra civil que concluyó con la entronización hace 18 años de Abdelaziz Butlefika. No se perfila sucesión a la vista, pese a que desde el 2013, a causa de una complicación cerebrovascular, Butlefika, de 81 años, ha perdido su capacidad de gobernar, convertido en un fantasma que no está en pleno control de sus facultades.
Argelia se encuentra actualmente en un callejón sin salida porque no puede echar mano de recursos para palear el descontento político y social y la ola de protestas económicas. Una situación similar se vivió en el 2011, pero el régimen salió a flote con una infusión de $23,000 millones de dólares, en subvenciones públicas y aumentos de beneficios. Algo imposible en la actualidad porque no dispone de esos recursos.
La crisis económica actual, agravada por la caída en los precios de los hidrocarburos, tiene su origen en despilfarros anteriores y una corrupción sin precedentes, lo que ha generado una tensión aún mayor sobre los recursos financieros.
Argelia ocupó en el 2017 la posición número 112, entre 180 países, en el ranking mundial de corrupción que mide Transparencia Internacional.
Actualmente el déficit presupuestario supera los $350,000 millones, en un país que en cuatro años ha visto volatilizarse casi $90,000 millones de sus reservas de divisas extranjeras. La inflación entró en cifras de dos dígitos.
El desempleo es del 20% y los recortes presupuestarios proyectados para este año alcanzan al 18%, principalmente en el gasto público sobre todo en subsidios a los servicios públicos y alimentos.
Analistas económicos, sostienen que si a finales del 2020 Argelia no ha logrado estabilidad económica tendrá que recurrir al Fondo Monetario Internacional (FMI) para obtener recursos financieros.
Relaciones cubano-argelinas
Las relaciones de Cuba y Argelia se remontan a 1963 cuando el régimen de La Habana lanzó su primera intervención militar en el exterior, solo cuatro años después de arrebatar el poder en la isla.
Desde entonces los cubanos han brindado asistencia militar, que se ha extendido a los guerrilleros del separatista Frente Polisario, que persiguen la ocupación de las provincias del sur de Marruecos que conforman el Sahara Occidental.
Fuentes de inteligencia revelaron recientemente la presencia de asesores militares cubanos en los campamentos que en territorio argelino mantienen esos guerrilleros africanos.
La renovada sociedad no es gratuita. Cuba acordó en enero ampliar la exportación de servicios médicos y la asistencia militar a Argelia, su primer socio comercial en África.
Cuba, por otro lado, se ha convertido en uno de los principales peones de Argelia en el continente, promoviendo las acciones de los extremistas del Polisario en la región.
A comienzos de marzo organizó en Panamá la conmemoración del aniversario de la inexistente República Árabe Saharaui Democrática (Rasd), pretensión política de los separatistas del Polisario. Fidel Valdés, segundo jefe de la misión diplomática de La Habana en Panamá, encabezó el acto en el que reiteró el compromiso de su país con una entidad que es producto de la ficción de sus creadores, reconocida únicamente por 18 países en África y América Latina contando a Cuba, Panamá y Venezuela.
Paradójicamente, después de una visita privada del rey de Marruecos Mohamed VI a Cuba en abril del año pasado se preparó el terreno para la normalización de las relaciones con la isla. El monarca marroquí se reunió con dirigentes cubanos en un primer paso hacia la normalización de las relaciones.
El anuncio del restablecimiento de relaciones plenas con Cuba se hizo un mes después demostrando que Rabat está empeñado en romper esquemas del pasado con un mayor acercamiento hacia América Latina.
El reconocimiento a la guerrilla del Polisario había llevado a Marruecos en 1980 a romper relaciones con La Habana.
Propuesta de autonomía
Con todo desde el restablecimiento de relaciones, Cuba no ha observado una política de neutralidad en el diferendo por el Sahara marroquí, atizado por Argelia y sus títeres de la guerrilla africana.
Mientras tanto Marruecos avanza en la integración de sus provincias en el Sahara, no solo al resto de su territorio sino a sus vecinos como Mauritania, con los beneficios económicos y comerciales que eso implica.
Rabat, por otro lado, aplaudió la decisión del nuevo secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), António Guterres, de relanzar las negociaciones sobre el Sahara Occidental. En el reciente encuentro en Lisboa con el expresidente alemán Horst Köhler, nuevo enviado especial de la ONU para el Sahara, la delegación marroquí respaldó la renovación de las negociaciones.
Señaló que corresponde a las partes asumir con plena responsabilidad la búsqueda de una solución definitiva al diferendo.
Planteó, al mismo tiempo, que no es posible resolver el conflicto fuera de la plena soberanía de Marruecos en el Sahara y que la ONU es el único órgano supervisor internacional del proceso de negociación.
Marruecos rechazó, asimismo, cualquier intento de socavar sus derechos históricos y sus intereses legítimos mediante propuestas inviables, como es el caso del descartado referendo que propone Argelia y los separatistas del Polisario.
La intransigencia del Polisario y el inmovilismo de su patrocinador Argelia, sumida en su propio laberinto político, económico y social, fortalecen la propuesta de Marruecos de una amplia autonomía para sus provincias del sur en el Sahara. Esa iniciativa planteada hace 10 años es considerada por la comunidad internacional como la única salida viable y creíble para superar un diferendo de casi medio siglo.
Esto es una novela sin fundamentos.Propia de una prensa importada con propósitos políticos.