Cuando en 1852 se fundó la ciudad de Colón el objetivo era convertirla en la puerta al Atlántico para el flujo de mercancías hacia Europa. Tres años más tarde se inauguró el ferrocarril interoceánico que unió a las ciudades de Panamá y Colón, lo que contribuyó a incrementar el auge de la ciudad atlántica estimulado, tiempo después, con la construcción del Canal
Pese a que la zona libre y los puertos incrementaron la actividad económica, su potencial turístico, su historia, cultura y riqueza natural, Colón se convirtió, con el pasar de los años, en una ciudad deprimida y con antecedentes nada envidiables.
Un perfil socioeconómico de Colón refleja altos niveles de violencia producto de 40 pandillas organizadas, de las 158 que operan en todo el país, un desempleo cercano al 15% y una pobreza que alcanza al 45% de sus 230,00 habitantes que sobreviven en una superficie de cinco kilómetros cuadrados.
La sistemática exclusión productiva de los colonenses ha servido de caldo de cultivo para el aumento de las pandillas. Entre el 2009 y el 2014 se añadieron 254,560 empleos a la economía nacional, pero solo 7,079 a Colón, lo que equivale a uno de cada 36, según datos publicados por La Prensa.
El 70% de la fuerza laboral de Colón tiene menos de 12 años de escolaridad, en circunstancias en que la deserción escolar alcanza al 56% en premedia y media. Solo uno de cada tres colonenses en edad productivo recibe formación escolar, técnica o profesional, mientras que el 95% de los graduandos entra a un mercado laboral para el cual no está preparado.
Pese a los publicitados recursos que el gobierno destina a Colón, no se ha logrado una inserción laboral sostenible.
Un proyecto colosal
Hace tres años el presidente Juan Carlos Varela emprendió un ambicioso programa para cambiar ese panorama, con el proyecto de Renovación Urbana de Colón y una inversión de $1,100 millones.
En los planos y maquetas el proyecto parece viable, pero en la práctica encuentra dificultades porque se concibió sin tomar en cuenta a los colonenses. Además al comprometer 20 instituciones del Estado se ha generado un problema de coordinación y de interacción entre todos los organismos involucrados.
Uno de los proyectos insignia es el complejo habitacional en Altos de los Lagos, que se ejecuta en una superficie de 78 hectáreas y con proyecciones de 127 hectáreas adicionales. Demanda infraestructura pluvial y sanitaria, drenajes y tanques de almacenamiento de un millón de galones de agua potable. Requiere, además, la instalación de 22 kilómetros de tuberías y la construcción de una planta de tratamiento de las aguas residuales que producirán 35,000 personas.
En esa superficie se construirán 167 edificios de cinco pisos, que contendrán 5,000 apartamentos. Contará con 28 canchas de juegos, 27 parques, dos kilómetros de paseos peatonales y 1.7 kilómetros de ciclovías.
Renovar la infraestructura del centro de Colón, recuperar sus edificios y dotar a la ciudad de los servicios públicos necesarios demanda la construcción de un viaducto eléctrico y de comunicación y toda la infraestructura urbana.
Se requieren cordones de cunetas, aceras adoquinadas, soterramiento de cables, iluminación, señalización vial y peatonal y rehabilitación de vías.
Para construir un paseo marítimo de siete hectáreas debe darse, al mismo tiempo, mantenimiento provisional a los parques, previo a la pavimentación de la Avenida Manuel Amador Guerrero, la Avenida Central y la Avenida Justo Arosemena.
Sospechas sobre casco antiguo
Mientras se realiza la rehabilitación de las calles y avenidas, deben construirse estacionamientos y procesar los desechos comunes. A eso se añade la discutida recuperación de edificios históricos como la casa Wilcox y el área de Bamboo Lane.
La recuperación del casco antiguo de Colón, ha generado críticas porque hay quienes señalan la intención de sacar a los residentes actuales y entregar las propiedades a nuevos dueños, como se ha hecho con el casco antiguo de la ciudad de Panamá.
Edgardo Voitier, dirigente del Comité de Lucha por la Salvación de Colón, integrado por empresarios, gremios magisteriales y la sociedad civil, dijo que la renovación del casco antiguo es uno de los problemas que enfrentan.
“Se invierten muchos millones de dólares en ese proyecto, pero tiene como propósito expulsar a los pobres del casco antiguo de la ciudad”, afirmó. “No lo aceptamos y el gobierno debe replantear la finalidad del proyecto y buscar la modernización de la ciudad. Pero que sea beneficiosa para todos. Para ricos, clase media y para pobres”, resaltó.
Pese a los avances publicitados por el gobierno, no puede descartarse el caos en que se ha sumido la ciudad de Colón, con dificultades para la movilización, pérdidas por el cierre de 400 comercios y un impacto negativo en la comunidad en general.
Pese a las reiteradas demandas de la comunidad, Varela no dio la cara para explicar la realidad del proyecto de renovación urbana y responder a las demandas de los colonenses.
Ante esa situación, el Comité de Lucha por la Salvación de Colón convocó el martes pasado a una huelga general para reclamar por el mal estado de los centros educativos, cuando acaba de iniciar el año escolar, la precaria atención de salud pública, el creciente desempleo, la inseguridad ciudadana y los evidentes retrasos en los trabajos de renovación urbana.
Varela prefirió someter a Colon y al país al estrés de una huelga que ha dejado pérdidas millonarias en todos los sectores y afectado la imagen del país.
Analistas consideran que los saqueos y actos vandálicos pudieron ser evitados si la Policía Nacional hubiera tomado medidas preventivas para proteger los comercios y velar por la seguridad ciudadana.
“Es como si hubiera un plan de dejar hacer y desviar la atención de las justas demandas de los colonenses, desvirtuar los motivos de la huelga y proyectar una imagen negativa de los colonenses”, añadieron.
Pérdidas por $80 millones
Los dos días de huelga tuvieron un impacto negativo en la economía. Un balance inicial del Consejo Nacional de la Empresa Privada (Conep), estimó que las pérdidas superaron los $80 millones.
La paralización de labores tuvo un efecto sobre las operaciones de la Zona Libre de Colón (ZLC), que el año pasado registró una ligera recuperación y cerró con 0,3% de crecimiento después de un periodo de recesión. El movimiento comercial de la ZLC en el 2017 fue de $19,000 millones.
Empresarios informaron que el primer día de huelga, el movimiento de descarga de la ZLC se redujo en un 68% comparado con una jornada habitual. Por la huelga, las empresas cerraron y enviaron a los trabajadores para sus casas.
Las operaciones logísticas se redujeron en un 30%, con repercusiones sin cuantificar y el efecto de no poder cumplir con los clientes internacionales.
La situación puede tener un efecto negativo en el arribo de cruceros. Operadores turísticos informaron que en este momento se dirigen hacia Colón 15 cruceros, con cerca de 11,000 pasajeros, que podrían reprogramar su ruta y no tocar ese puerto si existe percepción de inseguridad.
En una estadía de ocho horas en Colón y los destinos cercanos, se estima que cada pasajero gasta unos $200, más la compras de combustible y provisiones para los barcos. En la nueva temporada se espera que unos 155 cruceros arriben a Colón.
Después del trauma vivido, Varela anunció la conformación de una Comisión de Alto Nivel para Colón, que encabezará el ministro de la Presidencia, Álvaro Alemán, y la realización en abril de un Consejo de Gabinete en esa ciudad.
El Comité de Lucha por la Salvación de Colón, accedió a que la iglesia católica, sirva de mediadora, luego de una reunión que se realizó este miércoles con el vicario de la diócesis de Colón y Guna Yala, Julio César Lau, lo que permitió levantar la huelga general.
Sus dirigentes informaron que esperan negociar un pliego de demandas de 15 páginas, pero advirtieron que durante el proceso se mantendrán en estado de alerta hasta lograr los resultados esperados.