Un madre acusada del asesinato de sus cinco recién nacidos se sentó este lunes en el banquillo de los acusados en un tribunal en Francia, donde revelaron detalles de un marido obsesionado por los celos que fue exonerado de toda culpa
El caso de esta pareja de trabajadores agrícolas españoles en Burdeos, sudoeste de Francia, se conoció en 2015 y este viernes está previsto que termine con el veredicto del tribunal de lo penal.
Ramona Cañete, de 37 años, es la única acusada. Al principio que se descubriera este caso, su marido, Juan Carlos Cañete, fue acusado por “no denunciar los crímenes” y “encubrimiento de cadáveres”, pero cuando terminó la investigación fue sobreseído y se presentó como parte civil.
Este trabajador agrícola de 42 años, descrito por la familia y por los colegas de Ramona como un esposo “muy celoso, incluso violento”, afirmó que nunca se enteró de los cinco embarazos de su esposa, todos llegados a término, entre 2005 y 2015.
El 19 de marzo de 2015, fue el esposo quien dio la alerta después de que uno de los dos hijos adolescente de la pareja descubriera un primer cadáver de bebé en el domicilio familiar. Los gendarmes encontraron rápidamente a los otros cuatro recién nacidos en un congelador.
Ramona había dado a luz a sus bebés en una bañera, y a todos, en buenas condiciones para sobrevivir, los dejó ahogar para luego congelarlos.
La acusada reconoció los hechos pero no supo explicar bien porqué. “Yo no sé qué decir. Soy la primera en condenar mis actos”, susurró Ramona Cañete, la cuarta de una familia numerosa de origen modesto español.
Tras mencionar los 17 años de vida en común con Juan Carlos Cañete, la acusada dijo con voz temblorosa: “Él me hizo sufrir. Violencia verbal reiteradas veces, me trataba como un lastre y aún así soy educada (…) Amenazas de muerte si lo dejaba”, contó.
El mismo esposo dijo de manera espontánea que tenía “unos celos que lo obsesionaban” hasta llevarlo a la depresión.
Ramona Cañete describió la violencia conyugal de manera contundente pero sin citar a su marido.
Un psiquiatra, Michel Dubec, narró “las dificultades conyugales” y los “maltratos” que sufrió la acusada, entre los cuales citó “exhibiciones sexuales del marido delante de jóvenes”, que repugnaban a Ramona.
A lo largo de su intervención, el experto se mostró cauteloso y admitió su incapacidad para encasillar el caso: “No estamos ante un embarazo consentido ni ante un embarazo totalmente negado”, hubo “una especie de bloqueo emocional”.
Sin embargo estimó que se puede “considerar legítimamente que la facultad de discernimiento de esta madre se vio alterada”, un punto crucial para determinar la pena.