El arresto del asesino serial del “Golden State” gracias a los bancos de ADN de un sitio de genealogía suma otra dimensión al desafío de la protección de datos personales
Joseph James DeAngelo es un ex-policía de 72 años, sospechoso de ser el autor de 12 asesinatos y al menos 50 violaciones en las décadas de 1970 y 1980 en California. Fue identificado por las coincidencias encontradas entre su perfil genético y el de un miembro lejano de su familia, registrado en un banco de datos de la firma GEDmatch, de acceso público.
La utilización por parte de la policía de esos datos genéticos muestra que es posible acceder a la información más confidencial con algunos clics. Los criminólogos usan ya “big data”, el abanico de informaciones personales, para tratar de pronosticar quién es estadísticamente proclive a cometer delitos. Con el consiguiente riesgo de hacer perfiles con base racial o socioeconómica.
“El ADN se inscribe en el vasto problema de saber cómo categorizamos a la gente en el siglo XXI”, dijo el profesor Joseph Turow de la facultad Annenberg de Comunicación de la universidad de Pensilvania. Según el académico, la genética es solamente una parte de las preocupaciones ligadas a la biométrica. “El rostro, la voz, los genes, las partes del cuerpo son cada vez más usadas como identificadores”.
Luego de la estadística, la segmentación, la selección, los perfiles psicodemográficos, ahora se usa la detección personalizada para pronosticar comportamientos, señala el experto, que destaca el riesgo de discriminación. Positiva cuando se trata de obtener una rebaja o un tratamiento VIP según los hábitos de consumo, o negativa (sobretasas, negativa de servicio) cuando se considera que el perfil es el de un mal cliente.
“Que pasará si un test de ADN hace de uno alguien no-asegurable?”, los familiares más próximos o miembros lejanos de su familia podrán tener problemas para contratar un seguro u obtener un trabajo, cuestiona Turow.
“No se puede separar los datos de marketing de los datos gubernamentales”, advierte.
Todas las informaciones en internet son vulnerables, con frecuencia obtenidas de manera ilegal o disimulada, como lo demostraron los numerosos robos informáticos a gigantes bancarios o de grupos de distribución, los escándalos de utilización de datos de Facebook o Google por la Agencia de seguridad nacional (NSA) estadounidense y Cambridge Analytica.