Con un ligero cambio en la fórmula del plástico, que permite sustituir el petróleo por la caliza, un grupo de emprendedores chilenos ha logrado fabricar bolsas plásticas y de tela reutilizables solubles en agua y que no contaminan.
Roberto Astete y Cristian Olivares, los dos artífices de este producto, empezaron con experimentos para fabricar detergente biodegradable, pero al final hallaron la fórmula química a base de PVA (alcohol de polivinilo, soluble en el agua) y que reemplaza a los derivados del petróleo, los causantes de la indestructibilidad de los plásticos que se han integrado en la cadena alimenticia de los animales que pueblan los océanos y deterioran el medio ambiente.
“Nuestro producto deriva de una caliza que no daña el medio ambiente”, aseguró Astete, director general de la empresa SoluBag, que espera comercializar sus productos a partir de octubre en Chile, uno de los primeros países de América Latina en prohibir el uso de las bolsas plásticas convencionales por los comercios.
“Esto es como hacer pan”, agrega. “Para hacer pan se necesita harina y otros componentes. Nuestra harina es el alcohol de polivinilo y otros componentes, aprobados por la FDA (la agencia estadounidense para la regulación de alimentos, medicamentos, cosméticos, aparatos médicos, productos biológicos y derivados sanguíneos), que nos ha permitido una materia prima para hacer distintos productos”.
Ante la prensa, los dos muestran la solubilidad inmediata de sus bolsas plásticas en agua fría o de las bolsas de tela reutilizables en agua caliente. “Lo que queda en el agua es carbono”, asegura Astete, lo que las pruebas médicas realizadas han demostrado que “no tiene ningún efecto en el cuerpo humano”.
Y para demostrar que el agua turbia que queda es “inocua” y sigue siendo potable, se bebe unos cuantos vasos de agua.