Francia, que recibió el jueves a un nuevo grupo de refugiados del “Aquarius”, quiere demostrar que la solidaridad en la acogida de migrantes puede funcionar en Europa, pero rechaza abrir sus puertos a los barcos humanitarios.
Un total de 59 refugiados, que habían desembarcado hace dos semanas en un puerto de Malta, llegaron el jueves a París a bordo de un vuelo chárter. Poco después, fueron repartidos en diferentes centros de acogida en toda Francia.
Este es el quinto operativo de acogida de este tipo desde junio, cuando el barco humanitario “Aquarius” erró durante una semana en el mar Mediterráneo antes de que España le abriera sus puertos. Desde esa crisis, una docena de países europeos ha aceptado repartirse los migrantes que lleguen a puertos mediterráneos.
Pero se trata de acuerdos puntuales que no han atenuado el pulso entre los socios de la Unión Europea sobre la acogida de migrantes.
Para desbloquear la situación, París quiere crear un “mecanismo europeo permanente” de repartición de refugiados. “La idea no es (…) que cada vez participen más países”, indicó la semana pasada la presidencia francesa.
El operativo del jueves “ilustra este mecanismo” que consiste en repartirse los “refugiados que desembarcan en los puertos del sur de Europa”, explicó Pascal Brice, el director general la Oficina francesa de protección de refugiados y apátridas (Ofpra).
París, que fue el primer país en acoger a los refugiados del “Aquarius” que desembarcaron en Malta, quiere tener un papel clave en las negociaciones y la aplicación de los acuerdos de repartición.
Su objetivo es demostrar que se han aprendido las lecciones de 2015 y 2016, años en los que Italia tuvo que hacer frente prácticamente sola a una importante afluencia de migrantes en sus costas.