Veinticinco años después del asesinato a manos de Cosa Nostra del sacerdote siciliano Pino Puglisi, el papa Francisco visitó la ciudad siciliana de Palermo.
“A los mafiosos digo: cambiad. Dejad de pensar en vosotros mismos y en el dinero. El sudario no tiene bolsillos y no os podréis llevar nada. Convertíos al verdadero Dios. De lo contrario, vuestra vida se perderá y será la peor de las derrotas”.
Ante una explanada repleta de feligreses entusiasmados por la visita del pontífice argentino, el papa Francisco aseguró que los mafiosos no pueden ser considerados cristianos. “No se puede creer en Dios y ser mafioso. Quien es mafioso no vive como cristiano porque blasfema con la vida en nombre de Dios”, lanzó el pontífice desde el altar colocado frente al Foro Itálico. “Hoy necesitamos hombres y mujeres de amor, no hombres y mujeres de honor. De servicio, no de opresión”, añadió.
El pontífice llegó a bordo del ‘papa móvil’ descubierto al Foro Italico, donde celebró una misa acompañado por el arzobispo de Palermo, Corrado Lorefice, en recuerdo del 25 aniversario del martirio del beato Pino Puglisi.
En su homilía, Francisco reflexionó en torno a la figura del sacerdote palermitano, considerado un símbolo antimafia. “Veinticinco años atrás igual que hoy”, dijo el pontífice, el padre Pino Puglisi “coronó su victoria con la sonrisa, con esa sonrisa que no dejó dormir a su asesino, quien llegó a decir: ‘Había una especie de luz en aquella sonrisa'”. “El padre Pino era inerme pero su sonrisa transmitía la fuerza de Dios. No un resplandor cegador sino una luz amable que llega hasta dentro y aclara el corazón”, recordó el pontífice.
Don Pino sabía que se estaba arriesgando, pero sabía, sobre todo, que el peligro verdadero en la vida es no arriesgar. Es vivir entre comodidades, atajos”, continuó Francisco rememorando la figura del sacerdote, uno de los primeros en luchar contra la mafia desde su parroquia y el centro social que fundó para sacar a los niños de las calles y evitar que cayeran en manos de la criminalidad organizada.
“Que Dios nos libre de una vida pequeña que gira alrededor del dinero. Que nos libre de pensar que todo está bien si a mí me va bien. Que nos libre de creernos justos si no hacemos nada para contrarrestar la injusticia. Que nos libre de creernos buenos solamente porque no hacemos nada malo”, imploró Bergoglio. “No se puede creer en Dios y odiar al hermano”, aseguró el pontífice. Y por ello “la palabra odio debe ser cancelada de la vida cristiana”.
El 15 de septiembre de 1993 unos sicarios de Cosa Nostra, la mafia siciliana, acabaron de un disparo con la vida de Pino Puglisi, párroco en Brancaccio, un barrio en la periferia de Palermo dirigido con mano de hierro por el crimen organizado. Era el día de su 56 cumpleaños. Cuando los mafiosos se acercaron por la espalda mientras Puglisi entraba en el portal de su casa, el religioso no se mostró sorprendido: “Los estaba esperando”, dijo a sus asesinos. Lo contó uno de sus ejecutores, que acabó arrepintiéndose y convirtiéndose en un colaborador de la justicia.
El padre Pino Puglisi fue beatificado por Francisco en 2013 en una ceremonia multitudinaria en la que asistieron varios ministros del Gobierno. Don Puglisi -en italiano a los curas se les llama con el ‘don’ delante- se convirtió en el primer sacerdote mártir por haber muerto a manos de la mafia siciliana.
Por la tarde el pontífice ha visitado la casa-museo donde vivió y fue asesinado Puglisi, ha tenido un encuentro con el clero y los seminaristas en la Catedral de Palermo y se ha reunido con los jóvenes sicilianos en la céntrica Plaza de Politeama.