El parque del empobrecido Huixtla, en Chiapas, un estado fronterizo con Guatemala, así como su iglesia y la cancha de básquetbol se convirtieron en dormitorio comunal para unos 7.000 hondureños -según estimaciones de la ONU-, entre los que hay niños, mujeres embarazadas y ancianos
Entre cartones y plásticos desgastados que hacen las veces de colchones, miles de hondureños exhaustos pasan la madrugada de este martes en Huixtla, un poblado del sur de México donde recobran fuerzas para continuar su caravana hacia Estados Unidos, mientras otros cientos de viajantes les siguen los pasos.
El parque del empobrecido Huixtla, en Chiapas, un estado fronterizo con Guatemala, así como su iglesia y la cancha de básquetbol se convirtieron en dormitorio comunal para unos 7.000 hondureños -según estimaciones de la ONU-, entre los que hay niños, mujeres embarazadas y ancianos que durmieron en su mayoría al ras del piso.
Algunos pobladores se acercaron a ofrecer una taza de café caliente, una bolsa de pañales o cobijas a los desgastados migrantes, que comenzaron su viaje el 13 de octubre desde San Pedro Sula, Honduras.
Este martes “descansan aquí todo el día y toda la noche. Están muy agotados”, dijo a la AFP Rodrigo Abeja, de Pueblos Sin Fronteras, una ONG que acompaña la caravana.
Alexis Lara, un electricista y albañil de 33 años, llegó a Huixtla visiblemente agotado y entristecido de haber dejado todo lo que tenía en su país con tal de huir de la violencia y la pobreza.
“Es triste ver toda esta gente así porque nadie quisiera abandonar su país, pero desgraciadamente hay políticos que se adueñan de todo”, dijo sentado y observando el abarrotado parque.
Aunque aún les esperan unos 3.000 km para llegar a la frontera con Estados Unidos, los migrantes se declaran contentos y dispuestos a alcanzar su objetivo.
Algunos evaden tramos de caminata montándose en tráileres, camionetas de carga de animales o motocicletas. Pero no todos logran mantener el paso.
El gobierno hondureño aseguró el lunes que dos miembros de la caravana murieron: uno de ellos el sábado al caer de un vehículo en la carretera al Pacífico de Guatemala, y el otro el lunes en la carretera de Tapachula a Huehuetan, México.
Además, según cifras oficiales, otros 300 hondureños se sumaron la víspera a los 3.433 que habrían retornado al país entre viernes y domingo.
“Muchos han retornado (a Honduras) porque no quieren arriesgar algo, eso solo debilita al grupo y se pierde fuerza”, dice Bernardo Medina, un negro garífuna de 47 años, mientras esperaba a ser atendido por las autoridades mexicanas en la frontera con Guatemala.
Pero entre los que avanzaron hasta Huixtla y los que se devolvieron, también hay muchos otros a medio camino. Cientos cruzaron la frontera sur de México la tarde del lunes luego de que el gobierno mexicano les permitiera entrar.
Se trata de unos 400 hondureños -según ONGs- que esperaban hacinados desde el viernes en el puente fronterizo con Guatemala, y que también forman parte de la caravana.
Se les permitió el paso “porque la cancillería (mexicana) abogó para que no continuaran a la intemperie y sufriendo las inclemencias del clima”, dijo a la AFP el comisionado de Migración, Gerardo García.
Las autoridades habían colocado unos 20 sanitarios móviles y dos grandes recipientes de plástico con capacidad para más de 1.000 galones de agua para que los migrantes pudieran lavarse las manos o bañarse, pero todo a la intemperie. Además, al acumularse la basura, comenzaron a proliferar las moscas y mosquitos en medio del intenso calor y humedad de la zona.
Aparte de todos los que, de un modo u otro, han alcanzado México, una segunda caravana de hondureños salió el domingo desde Guatemala también buscando llegar a Estados Unidos.
El avance de la caravana desató la furia del presidente estadounidense Donald Trump, quien puso en alerta a sus patrullas fronterizas y a los militares ante esta “emergencia nacional”.
“Parece que la policía y los militares de México son incapaces de detener la caravana que se dirige a la frontera sur de Estados Unidos. Criminales y personas de Medio Oriente no identificadas están mezclados”, dijo Trump el lunes.
Horas más tarde, el secretario de Gobernación (Interior) de México, Alfonso Navarrete, dijo: “No vamos a caer en exigencia de gobierno alguno que pretenda provocar en México una reacción hostil por sí misma, sin fundamento, sin haber agotado todas las vías que se pueden dar en el diálogo”.
“Nosotros no hemos enviado personal del ejército alguno para esta circunstancia, y la policía, toda la Policía Federal que ha participado, lo ha hecho, como han podido constatar, de manera ordenada y desarmados”, recalcó.
Sin embargo, coincidió con Trump en que, según información enviada por Guatemala y Honduras, “hay personas que se dedican a actividades delictivas dentro de la caravana”.
El saliente presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, advirtió de su lado que aquellos que optaron por mantenerse en la caravana “difícilmente podrán lograr su objetivo, sea de ingreso a Estados Unidos o de permanencia en México”.