La propuesta del Episcopado Belga durante el Sínodo de Obispos en el Vaticano, de permitir la ordenación de jóvenes hombres casados para ser curas, ha caído en el vacío y, por ahora, el tema se aplaza.
La atrevida idea fue lanzada por el obispo Jean Kockerols, auxiliar de Bruselas, ante los cerca de 300 obispos de todos los continentes reunidos en el Vaticano.
“Estoy convencido de que los jóvenes que han elegido casarse también pueden ser llamados por la Iglesia a servir, especialmente en el ministerio sacerdotal”, explicó el religioso en una charla con la AFP.
“Recibí un amable aplauso de la Asamblea cuando lo dije y muchos obispos vinieron luego a hablar conmigo en el descanso, en la hora del café, para asegurarme que tengo razón: ‘debes ir en esa dirección’”, contó el Obispo.
La propuesta de autorizar a los hombres casados de ser curas, nunca ha sido debatida a fondo y estará ausente del documento final, que será adoptado el sábado por los obispos tras tres semanas de debates sobre la juventud y la falta de vocaciones.
“Estoy decepcionado por la ausencia de reacciones (…) un obispo llegó a comparar el tema con las estalactitas, que tardan mucho tiempo en crecer”, comentó el religioso.
La disminución del número de sacerdotes en todo el mundo es uno de los fenómenos que más afecta a la Iglesia, a excepción de África y Asia, donde crece.
En varias ocasiones, el papa Francisco ha recordado que la prohibición de ordenar hombres casados no hace parte de la doctrina de la Iglesia.
El papa Francisco habla ante el sínodo de obispos, centrado en los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, el pasado 3 de octubre en el Vaticano. Foto/AFP
La práctica existió por siglos, y los textos bíblicos indican que el apóstol Pedro tenía una suegra.
La obligación de ser soltero para ingresar al clero de la Iglesia católica latina se remonta al siglo XI. Los ritos católicos orientales y los ortodoxos admiten la ordenación como sacerdotes de hombres casados.
¿Llegó el momento de cambiar para la Iglesia católica?
Una investigación independiente, presentada cerca del Vaticano en pleno sínodo, calcula que 60.000 sacerdotes han renunciado en las últimas décadas a la vocación, a menudo para casarse o convivir. En 2016 había 414.000 sacerdotes en el mundo.
Según el vaticanista italiano Enzo Romeo, autor de un libro sobre el tema, la Iglesia Católica registra mil abandonos por año, y el número de ex sacerdotes casados en Italia son cerca de 8.000, una cifra considerable.
Deciden cambiar de vida, perder la seguridad laboral y de vivienda, después de 13 años de sacerdocio o durante la crisis de los cincuenta años, señala Romeo.
“La afectividad de los sacerdotes sigue siendo un tema tabú, escondido debajo de la alfombra”, comentó a la AFP.
El autor cuestiona el principio de un viejo sacerdote que considera el celibato, un valor fundamental, para él: “es una forma extrema de pobreza, que pone a quienes lo practican en unión con los más solitarios, los rechazados”, explicó.
En marzo del 2017, el papa Francisco reconoció públicamente que estaba dispuesto a ordenar “viri probati” a hombres casados de edad madura, para satisfacer las necesidades pastorales de las remotas regiones del Amazonas, excluyendo de hecho a los jóvenes, como propone el obispo belga.
La apertura del Papa no pasó desapercibida. Un grupo de 300 exsacerdotes italianos casados, enviaron una carta al Pontífice a principios de octubre con el ofrecimiento de regresar al servicio de la Iglesia ante la escasez de clérigos.