Sin ánimo de festejo, la primera gran caravana migrante que salió de Honduras rumbo a Estados Unidos cumple este martes un mes de un camino escabroso y minado de amenazas del presidente Donald Trump, aunque determinada a alcanzar el sueño americano.
Entre fatiga, hartazgo y dolencias físicas, los más de 5.000 migrantes -en su mayoría hondureños- que persisten desde el 13 de octubre en la marcha que salió de San Pedro Sula, amanecieron en la mexicana Guadalajara tras haber recorrido más de 2.000 km, mayoritariamente a pie y con autostop en algunos tramos.
“No celebramos absolutamente nada. ¿Cómo vamos a festejar que estamos sin casa, sin trabajo, cansados, enfermos, sin seguridad para nuestro futuro?”, dijo a la AFP Wilson Ramírez, un hondureño de 60 años mientras hacía una larguísima fila en espiral para salir del albergue y acceder a buses que lo lleven a la siguiente escala de la caravana.
Para Rosa Santos, que viaja con sus tres hijos, la fecha pasó desapercibida.
“Aquí ni nos dimos cuenta de que cumplimos un mes, solo pensamos en sobrevivir al día. Hoy no hemos ni desayunado y ya vamos a un lugar que ni sabemos cuál es”, comentó, batallando para empacar las cobijas de su campamento en el auditorio Benito Juárez, un foro con capacidad para 10.000 personas que ofrecieron las autoridades a los migrantes.