La caravana migrante que salió de Honduras hace más de un mes rumbo a Estados Unidos se encontraba dividida este sábado en su camino por el noroeste de México, mientras enfrenta constantes críticas del presidente Donald Trump y el rechazo de algunos residentes en la fronteriza Tijuana.
Más de 3.200 centroamericanos –en su mayoría hondureños- habían llegado a Tijuana, su última escala antes de intentar cruzar a Estados Unidos, según cifras oficiales. Pero un estimado de 1.500 se encontraban aún en el camino, a la altura de Mexicali, bloqueados por las autoridades.
De los que lograron llegar a Tijuana, más de 2.100 se alojan en un hacinado albergue que improvisó el gobierno local en un deportivo. El resto estaba disperso en los numerosos albergues de migrantes que normalmente operan activistas en esta zona fronteriza.
Ante la saturación de los albergues, las autoridades bloquearon el paso de los autobuses en que viajaban los migrantes en la cercana Mexicali, capital de Baja California.
Algunos de los miembros de este grupo de rezagados, integrado por numerosas familias con niños, quieren aventurarse a recorrer a pie el último tramo a Tijuana, un escarpado camino de más de 180 km. Otros intentarán pedir autostop.
“Los coordinadores nos están diciendo que mañana (domingo) saldríamos para Tijuana”, dijo a la AFP Wilmer Pinto, un guatemalteco de 38 años que no puede hacer el trayecto a pie por viajar con tres niños.