Albañiles, cocineras, pintores, costureras: la caravana migrante que emprendió un maratónico éxodo desde Honduras en busca del sueño americano trae consigo una valiosa mano de obra que la mexicana ciudad de Tijuana, la última escala antes de Estados Unidos, quiere aprovechar en su próspera industria.
Bajo una carpa blanca colocada cerca de su hacinado albergue en un barrio desfavorecido de Tijuana, cientos de migrantes hacían fila para entrar a una “feria del empleo” organizada expresamente para los miles de integrantes de la caravana.
Demostrando una fuerza y determinación de hierro, estos centroamericanos recorrieron durante más de un mes, unos 4.400 km desde San Pedro Sula hasta la fronteriza Tijuana.
“Son gente muy fuerte, mano de obra muy valiosa para nuestra industria”, dijo a la AFP Nayla Rangel, del Servicio Nacional de Empleo y a cargo de la coordinación de la feria que durará un mes.
En este espacio se reúnen las empresas para ofrecer sus vacantes y entrevistar a los centroamericanos, así como autoridades migratorias y agentes de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados para regularizar su estancia y darles acceso a la seguridad social.
“Lo que se busca es darles una visa por razones humanitarias mientras se define su situación migratoria para que tengan un permiso de trabajo”, explicó Rangel.
Unos 3.000 migrantes de la caravana se encuentran en Tijuana, la inmensa mayoría albergados en un refugio que las autoridades improvisaron en un centro deportivo con carpas y colchonetas a la intemperie.
Y más de mil migrantes de esta caravana que quedaron rezagados en la cercana Mexicali caminaban este martes hacia Tijuana, desafiando lo agreste del desértico camino.