El panameño de 19 años, Jonathan Salazar, se está destacando como delantero de baloncesto del equipo de Los Braves para la Escuela Secundaria St. John Bosco en Bellflower, Estados Unidos.
Para el joven promesa el adaptarse al país norteamericano no fue cosa fácil ya que debido a sus entrenamientos era necesario que frecuentemente cambiara de centro escolar dificultando así la integración en nuevos círculo de amigos.
Ese ha sido el ritual anual de Jonathan Salazar, al menos hasta este año, ya que por primera vez en su vida ingresa a la misma escuela por segunda vez “Me siento muy bien”, dijo Salazar sobre la repentina consistencia, su rostro rompiéndose en una amplia sonrisa. “Muy bien, hombre. Viviendo en la misma casa, mismos hermanos, mismos compañeros. Siento que tenemos química, mucho más química “. dijo el joven panameño.
Salazar, de personalidad burbujeante y amigable, manifestó que se siente afortunado de sus logros en este deporte ya que muchos jugadores de baloncesto no salen de Panamá porque entre los deportes más practicados en el país están el béisbol y el fútbol.
“Solo cuatro panameños han jugado en la NBA, el más notable de los cuales fue Rolando Blackman, cuyo No. 22 fue retirado por los Dallas Mavericks. A la mayoría de la gente en Panamá, probablemente les vengan a la mente primero jugadores de béisbol como Mariano Rivera o el fútbol que son los deportes con mas fanaticada en el país”. dijo el joven basquetbolista.
Salazar incursionó en el baloncesto gracias a su madre la señora Etania Young quien le hizo prometer que probaría el deporte del cual rápidamente se enamoró. “Mi madre me dijo: ‘Me gustaría el baloncesto, creo. Al principio pensé que era solo baloncesto. Y luego cambié de opinión el baloncesto me ha cambiado; me hizo mejor, una gran persona”.
Después de un año en el internado en Nevada, Salazar optó por trasladarse a St. John Bosco. Ahora vive con una familia anfitriona en los alrededores y se ha convertido en miembro de pleno derecho de la familia Braves.
Una de las primeras cosas que se destacó ante el entrenador en jefe de Bosco, Matt Dunn, fue que es un buen compañero de equipo. Salazar cuando se transfirió, tuvo que quedarse fuera los primeros 30 días de la temporada 2017-18. En lugar de hacer pucheros, Salazar se sentó en el primer asiento en el banco y fue uno de los partidarios más entusiastas del equipo.
“Estaba tan involucrado en el juego como los chicos que jugaban, estaba animando a sus compañeros de equipo”, dijo Dunn. “Eso se destaca más que nada”.