Al menos cuatro personas murieron y 90 resultaron heridas tras la explosión de un coche bomba en Kabul, cerca de un complejo residencial de trabajadores extranjeros, según el último balance de las autoridades.
Este ataque no fue hasta ahora reivindicado, pero tuvo lugar en momentos que los esfuerzos diplomáticos se centran en tratar de poner fin a un conflicto que dura después de 17 años entre los talibanes y el gobierno.
Hasta el momento, se han confirmado cuatro muertos y más de 90 heridos, entre los cuales 23 niños, declaró Nasrat Rahimi, portavoz del viceministro del Interior.
Se teme que este balance aumente en el correr de las horas.
Tres de los muertos eran miembros de las fuerzas de seguridad y el cuarto era un civil. La mayoría de los heridos son civiles, que después de mucho tiempo han sido los más afectados por el conflicto en Afganistán.
El complejo residencial, con altas medidas de seguridad, estuvo ocupado durante muchos años por funcionarios de varias agencias de la ONU, que luego se fueron mudando a lugares menos expuestos a los ataques, había explicado Najib Danish, otro vocero del ministerio del Interior.
Danish señaló que “sólo unos pocos guardias” estaban en el lugar en el momento de la explosión.
“Las casas cercanas han sufrido graves daños”, añadió, y “se han desplegado fuerzas especiales de la policía para garantizar que no haya otros atacantes” en la zona, añadió el vocero.
El mismo tuvo lugar en momentos en que se intensifican los esfuerzos diplomáticos para poner fin al conflicto afgano entre los insurgentes talibanes y las fuerzas gubernamentales, apoyadas por la comunidad internacional.
El último atentado contra extranjeros en Kabul ocurrió a fines de noviembre. Fue un ataque múltiple reivindicado por los talibanes contra la compañía de seguridad británica G4S, en que murieron 10 personas, cuatro de ellas empleados de la empresa.
Por otra parte, el 24 de diciembre, tuvo lugar otro ataque múltiple. Primero se produjo la explosión de un coche bomba, seguida por un asalto de hombres armados, lo que provocó la muerte de 43 personas en un edificio gubernamental.
Este primer atentado del año en Kabul fue perpetrado en tanto el enviado estadounidense para la paz en Afganistán, Zalmay Khalilzad, realiza desde hace una semana una gira por Asia, que luego de India lo llevará a China, Pakistán y al propio Afganistán.
Esto, además, después que el presidente Donald Trump, perdiendo la paciencia con este conflicto interminable, anunciara en diciembre su intención de retirar la mitad de los 14.000 soldados estadounidenses desplegadas en Afganistán.
Rusia e Irán, por su parte, han organizado en los últimos meses encuentros paralelos con los talibanes en su territorio. China, que aspira a extender su égida sobre Asia a través de su estrategia de la “nueva Ruta de la seda”, los ha invitado a mantener discusiones.
Según algunas estimaciones, Afganistán ha sido el escenario de la guerra más mortifera durante 2018, por delante del conflicto en Siria.