El jefe de la agencia espacial estadounidense, Jim Bridenstine, quiso dejar claro un mensaje el jueves durante una reunión con la prensa: la NASA aprieta el acelerador para volver rápido a la Luna, gracias al sector privado, un objetivo trazado por Donald Trump.
“Es importante regresar a la Luna lo antes posible”, dijo Bridenstine en la sede de la NASA en Washington. Para los astronautas, el plan es un retorno en 2028.
Antes de eso, la NASA quiere ya tener allí un módulo de aterrizaje en 2024, y acaba de lanzar una licitación al sector privado, cuyas propuestas deben presentarse antes del 25 de marzo para una primera selección en mayo, un calendario ajustado para una agencia cuya historia está llena de proyectos que tienen años de retraso por haber excedido su presupuesto en miles de millones.
“Esta vez, cuando volvamos a la Luna, nos quedaremos allí”, dijo el administrador de la NASA. “No dejaremos banderas y huellas, entraremos en casa y no volveremos durante 50 años”.
“Podremos hacer viajes de ida y vuelta con humanos”, agregó, al reiterar que la política oficial de Estados Unidos, desde la firma de una directiva de Trump en diciembre de 2017, es el regreso a la Luna (antes que a Marte, tal vez para la década de 2030).
La NASA planea poner en la órbita lunar una pequeña estación para 2026, que servirá como lugar de tránsito para los viajes Tierra-Luna, pero que no estará diseñada para una presencia permanente, como es el caso de la Estación Espacial Internacional (EEI), en la órbita terrestre.
Como también es el caso de la EEI, la NASA quiere que otros países participen en cualquiera de los elementos de “arquitectura” previstos: módulos de la futura estación lunar, vehículos que se utilizarán para descender a la superficie lunar, o para volver a la estación.
“Queremos hacer competir a los proveedores en cuanto a costos e innovación”, afirmó Bridenstine.