Donald Trump fue pasto este domingo de las críticas de los demócratas que, liderados por una legisladora árabe-estadounidense, cuestionaron el “silencio” del presidente sobre el auge del supremacismo blanco en reacción a la masacre en las mezquitas de Nueva Zelanda.
Ante la controversia por la tibia respuesta de Trump al ataque, el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, quiso negar cualquier tipo de afinidad entre la retórica anti-inmigración del presidente y la visión extremista del presunto atacante de Christchurch.
“El presidente no es un supremacista blanco”, dijo Mulvaney el domingo en una entrevista con Fox News.
Rahida Tlabi, una demócrata de Detroit que se convirtió en 2018 en una de las dos primeras mujeres musulmanas en llegar al Congreso estadounidense, consideró en un talk show el domingo que el hecho de que el presidente no se manifestara abiertamente en contra del supremacismo blanco hace que el país sea menos seguro.
“Trump es actualmente el hombre más poderoso del mundo”, dijo en el programa “State of the Union”, de CNN. “Él, desde el Despacho Oval, desde esa posición de poder, está en condiciones de enviar una señal muy fuerte y clara”.
“Hemos hecho esto en el pasado contra el terrorismo extranjero. Necesitamos hacerlo con el terrorismo local, contra el supremacismo blanco, que está creciendo cada día que nos mantenemos en silencio”, aseguró.
Tras el ataque del viernes contra dos mezquitas en Christchurch, que dejó 50 muertos, Trump expresó su pesar y solidaridad con las víctimas y con el pueblo neozelandés.
Poco después, al hablar con la prensa en el Despacho Oval, desestimó que el nacionalismo blanco representara un peligro cada vez mayor en todo el mundo. “En realidad no. Creo que se trata de un pequeño grupo de personas que tiene problemas muy, muy graves”, dijo el mandatario.