La última vez que Munira Abdulla había estado completamente despierta, George Bush padre era el presidente de Estados Unidos y la Unión Soviética se acercaba a su disolución. Fue el año en el que terminó la guerra del golfo Pérsico.
LONDRES —En 1991, a los 32 años, Abdulla, originaria de la ciudad de Al Ain en los Emiratos Árabes Unidos, sufrió lesiones en un accidente en la carretera que la dejó en un estado de conciencia disminuida durante casi tres décadas.
Después de veintisiete años, despertó en junio del año pasado en una clínica cerca de Múnich, Alemania, en donde los médicos le brindan tratamiento para las complicaciones del estado en el que estuvo durante largo tiempo.
“Nunca me di por vencido con ella, porque siempre tuve una sensación de que algún día despertaría”, dijo Omar Webair, su hijo de 32 años, que tenía 4 cuando el accidente ocurrió. Él compartió la historia de su madre con el sitio web informativo emiratí The National el 22 de abril.
Friedemann Müller, el director médico de Schön Clinic, un hospital privado con varios campus en Alemania, dijo que Abdulla se encontraba en un estado de conciencia mínima. Dijo que solo se han registrado un puñado de casos como el de ella, en los que un paciente se recuperó después de un periodo tan largo.
Los pacientes en un estado de conciencia disminuida son usualmente clasificados en tres categorías: en coma completo, el paciente no muestra señales de estar despierto, tiene los ojos cerrados y no responde al entorno; un estado vegetativo persistente incluye a aquellos que parecen estar despiertos, pero no exhiben señales de estar conscientes; mientras que un estado de conciencia mínima puede incluir periodos en los que alguna respuesta —como mover un dedo cuando se les solicita— pueden notarse. Coloquialmente, las tres categorías a menudo son descritas como “estar en coma”.
Las señales de que Abdulla se estaba recuperando comenzaron a emerger el año pasado cuando empezó a decir el nombre de su hijo. Un par de semanas después, comenzó a repetir versos del Corán que había aprendido hace décadas.
“No lo creíamos al principio”, dijo Müller. “Sin embargo, finalmente se volvió muy claro que ella decía el nombre de su hijo”.
Müller dijo que no esperaba una recuperación de esa magnitud de parte de Abdulla.
Ella había estado en la clínica alemana para recibir tratamiento por convulsiones y músculos torcidos que hacían que su cuerpo fuera difícil de manejar y que impedían que fuera capaz de sentarse de manera segura en una silla de ruedas. Parte del tratamiento consistía en instalar un dispositivo que administraba medicamento directamente a su columna vertebral, un factor que Müller dijo que pudo haber colaborado a su recuperación.
Se sabe que solo un puñado de personas han tenido recuperaciones similares.
Terry Wallis, originario de Arkansas, tenía 19 años cuando se derrapó de un puente en una camioneta. Pronunció su primera palabra desde el accidente, “Mamá”, casi dos décadas después, en 2003.
Su recuperación fue tan inusual que los científicos la utilizaron como una oportunidad para estudiar cómo el cerebro funciona y para ayudar a determinar qué pacientes con daño cerebral grave tenían las mejores oportunidades de recuperación.
El asunto es a menudo de importancia vital. En un fallo histórico en 1976, la Corte Suprema de Nueva Jersey determinó de manera unánime que el padre de Karen Ann Quinlan tenía el derecho de decidir abandonar el tratamiento que la mantenía con vida en su representación. Quinlan murió en 1985, una década después de que entró en coma.
El caso de Terri Schiavo, una mujer de Florida que pasó quince años en un estado vegetativo persistente antes de que su sonda de alimentación fue retirada en 2005, avivó un mayor debate en Estados Unidos y más allá de sus fronteras sobre el derecho de una persona a vivir o morir.
Con atención médica, algunas personas pueden permanecer en estado de conciencia disminuida durante décadas. Aruna Shanbaug, una enfermera india, pasó más de cuarenta años en esa condición hasta su muerte a los 66 años en 2015. Ella quedó en estado vegetativo permanente después de ser estrangulada con una cadena de metal durante un ataque sexual.
Webair, el hijo de Abdulla, dijo que él se salvó de sufrir lesiones graves en el accidente de 1991 porque su madre vio venir el impacto y logró abrazarlo antes de que ocurriera.
“Para mí ella era como el oro; entre más tiempo pasaba, más valiosa se volvía”, dijo a The National.
De acuerdo con el periódico, Abdulla, que ya regresó a los Emiratos Árabes Unidos, recibe tratamiento en un hospital en Abu Dabi.
Palko Karasz reportó desde Londres y Christopher F. Schuetze, desde Berlín.