Pasar por un teléfono inteligente también permite a los médicos monitorear de cerca el tratamiento seguido por el paciente.
Cada vez más compañías de tecnología están lanzando aplicaciones para combatir la adicción a los opioides, que causa estragos en Estados Unidos, con un nuevo tratamiento médico: terapia en línea a través de celulares.
Estos tipos de tratamiento, aprobados por la investigación médica y disponibles con receta médica, se consideran una posible forma de acompañar, y en algunos casos de reemplazar, las drogas para tratar la adicción y una variedad de otros problemas de salud física o mental.
“La ‘terapia digital’ consiste en tratamientos científicos validados que se proporcionan en forma de software, lo que puede hacerlos más accesibles e inmediatos”, dice Yuri Maricich, de Pear Therapeutics, que recibió la luz verde de los organismos reguladores de Estados Unidos para aplicaciones destinadas a tratar adicciones, incluso con opiáceos, un importante problema de salud pública a nivel nacional.
Pasar por un teléfono inteligente también permite a los médicos monitorear de cerca el tratamiento seguido por el paciente.
“Se debe cumplir el mismo nivel de exigencias (que los medicamentos) en términos de elaboración. Hemos realizado ensayos clínicos aleatorios para garantizar que diera el resultado esperado y fuera seguro”, dijo Maricich.
En enero, Pear lanzó con el grupo farmacéutico Sandoz (Novartis) un programa de “terapia comportamental” de doce semanas para tratar la adicción a los opiáceos con el visto bueno de la FDA, el regulador estadounidense del sector.
La terapia acompaña la prescripción de un medicamento, la buprenorfina.
A través de la aplicación, el equipo médico puede seguir los avances del paciente, enviarle mensajes y consejos, y el paciente puede a su vez formular y responder consultas, dar cuenta de lo que ha consumido, comunicarse con el especialista cuando tiene sensaciones de carencia de drogas.
Estas apps apuntan a “reprogramar” el cerebro una vez que ha sido afectado por los psicotrópicos, “alterando la cadena de comportamientos y comunicando nuevas cosas para cambiar el estilo de vida y terminar con los patrones de autodestrucción”, explica la universitaria Lisa Marsch, que dirigió los ensayos junto a Pear y otras empresas de medicina “digital”.
Según sus promotores, el 40% de los pacientes que utilizaron la primera versión de la aplicación reSET, de Pear, junto con el tratamiento tradicional, lograron evitar el consumo de alcohol, cocaína, marihuana u otras sustancias durante tres meses, en comparación con el 17,6% de los pacientes tratados sin la aplicación.
Para Shawn Ryan, de la Universidad de Cincinnati (centro este de Estados Unidos), profesor de medicina y especialista en adicciones, este tipo de tecnología hace posible llevar a cabo un mejor seguimiento del progreso de los pacientes y también tratar a pacientes residentes en zonas remotas.
“En muchas partes de Estados Unidos carecemos de profesionales, por lo que no hay alternativa”, dice.
La crisis de dependencia de los medicamentos opiáceos ha devastado al país desde hace una década.
Solo en 2017, las autoridades sanitarias estiman que las sobredosis de opioides mataron a 47.000 personas y que 1,7 millones eran adictas a analgésicos como OxyContin.
Las inversiones en startups de “terapias digitales” se situaron en 811 millones de dólares en 2018, casi el doble que el año anterior, según la consultora CB Insights, que destaca la existencia de “un gran interés de parte de las empresas farmacéuticas”.
De acuerdo a Juniper Research, el mercado debería superar los 32.000 millones de dólares en volumen de negocios en 2024, contra 2.200 millones en 2019.
Los mayores segmentos implicados serían los de la diabetes y el sobrepeso.
La startup Omada, basada en San Francisco (oeste), ideó una exitosa aplicación de seguimiento y asesoramiento a diabéticos, mientras la británica SilverCloud Health propone aplicaciones contra la ansiedad y la depresión, entre otras.
Lo que está perjudicando al mercado, explican algunos especialistas, es que mucha gente confunde estas terapias médicas validadas con las innumerables aplicaciones de “bienestar” disponibles en todos lados, por ejemplo contra el insomnio…