Sus rivales del Partido Popular la satanizaron como una derrochadora que excedería el presupuesto, una antigua comunista decidida a reinventar el presupuesto en poco tiempo. Aun así, cuatro años después, la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena fue la favorita en la elecciónal haber recortado casi a la mitad la deuda multimillonaria de la ciudad.
MADRID — Los partidarios de izquierda que la han criticado hoy reconocen su poderosa capacidad de cabildeo.
Carmena, de 75 años, conmocionó al poder establecido en España al ganar en 2015 la alcaldía de Madrid con una campaña de extrema izquierda que prometió, entre otras cosas, erradicar la corrupción y terminar con el clientelismo después de más de dos décadas de gobiernos del Partido Popular.
Carmena sin duda se ha beneficiado de un cambio positivo en la economía española después de una prolongada recesión que terminó en 2013; Madrid fue sujeta a límites presupuestales impuestos por el gobierno nacional, con el objetivo de prevenir proyectos de infraestructura faraónicos realizados durante el auge en la construcción en España.
Ahora pide a los electores su voto de nuevo después de haber reducido casi a la mitad la carga por la deuda de la ciudad, de 4800 millones de euros (unos 5400 millones de dólares) a 2700 millones de euros (unos 3000 millones de dólares).
No obstante, ella ha sido reconocida por un estilo de administración refrescantemente austero a la administración de una ciudad que se había acostumbrado a disfrutar de los recursos públicos. Desde que se convirtió en la alcaldesa, Carmena ha eliminado la opulencia, a pesar de que despacha desde uno de los edificios más imponentes de la ciudad —que fue comprado y convertido en el nuevo ayuntamiento de Madrid durante el gobierno del alcalde conservador, Alberto Ruiz-Gallardón, a un costo de 500 millones de euros (558 millones de dólares)—. En lugar de usar la gran oficina del alcalde anterior, Carmena optó por un espacio adjunto más reducido. Los visitantes que llegan para almorzar a menudo disfrutan de lo que cocina. En los días que no tiene invitados, Carmena lleva su almuerzo al ayuntamiento en un táper.
“No puedo imaginar muchas ciudades donde el alcalde vaya al mercado a comprar alimentos con su propio dinero, tome el autobús con la bolsa de la compra y después prepare la comida en una cocina arriba de su oficina”, dijo Javier del Pino, un conductor de radio en Cadena Ser, que acostumbraba invitar a Carmena a su programa para discutir asuntos legales. “Tiene una imagen limpia y cuidada que dificulta imaginar que algo corrupto ocurre bajo su mandato, a diferencia de lo que ocurría en Madrid antes de ella”.
Varias investigaciones por fraude están en curso, principalmente relacionadas con la licitación de contratos públicos por parte de políticos conservadores que gobernaron la Comunidad de Madrid.
Aun así, la austera Carmena ha sacudido algunas plumas. Su declarado laicismo ha molestado a muchos católicos, aunque ella visitó al papa Francisco en febrero para discutir temas migratorios. Después de la última Semana Santa, el candidato conservador a alcalde, José Luis Martínez-Almeida, criticó a Carmena por no asistir a las procesiones religiosas de Madrid.
Su administración también ha sido llevada a la corte por renombrar varias calles de Madrid que honraban a personas vinculadas con la dictadura del general Francisco Franco. Carmena cree que España necesita confrontar su pasado, particularmente en un momento en el que Vox, un partido de ultraderecha, ha logrado avances y ganó sus primeros escaños en el parlamento en las elecciones nacionales del mes pasado y amasar el diez por ciento de los votos.
“Habíamos tenido una transición en la cual se huyó de todos tipos de confrontación”, dijo en una entrevista. “Pero parecía ahora que no se había acabado de cerrar este ciclo en la medida que no se había dado los homenajes que correspondían a los que tenían derecho a ellos y no se había censurado a los que efectivamente habían sido responsables de la dictadura y la guerra civil”.
El legado de Franco tiene un impacto más personal para Carmena, que data desde su juventud como una activista de izquierda. Ella nació en una familia de la clase trabajadora en Madrid, aunque su padre al final logró ascender de un taller de textiles a tener su propio negocio, una camisería. Su madre era cajera. Carmena se unió al entonces clandestino Partido Comunista en 1965, durante la dictadura de Franco, año en el que ella también completó sus estudios de Derecho. Fue detenida en dos ocasiones por la policía franquista por participar en reuniones ilegales.
Dos años después de la muerte de Franco en 1975, ella se salvó de un episodio oscuro en la transición española hacia la democracia, al salir del bufete en el que trabajaba apenas un poco antes de que militantes de extrema derecha armados irrumpieron en el lugar y asesinaron a cinco personas.
Hace seis meses, Carmena lanzó su campaña de reelección como parte de un nuevo movimiento político, Más Madrid, junto a Íñigo Errejón, un exlíder de Podemos, el partido de extrema izquierda de España. Errejón fue uno de los arquitectos del logro de Podemos en la elección de 2015, pero al final dejó el partido y renunció a su escaño en el parlamento después de un infructuoso intento de lograr el liderazgo del partido.
Al haber prometido que solo se quedaría un periodo, Carmena enfrentó críticas por su intento de reelegirse, e incluso algunos dijeron que se comportaba como una monarca. Sin embargo, dijo desear terminar algunos proyectos de infraestructura y también sintió presión de parte de colegas “mucho más jóvenes” para continuar en el cargo.
“Cuatro años no es mucho tiempo para completar obras públicas y renovar la estructura de administración de una ciudad que al Partido Popular le tomó veinticinco años hacer”, dijo.
También desea realizar su cruzada contra el cambio climático, que el año pasado la llevó a prohibir el ingreso de vehículos contaminantes al centro de Madrid. Durante una reunión reciente con corresponsales extranjeros, una periodista alemana se quejó extensamente sobre cómo se había vuelto complicado manejar por su vecindario… “Por favor, use el bus”, respondió Carmena con una gran sonrisa.
Carmena también desafió las predicciones de que devastaría a la economía al imponer restricciones indebidas a negocios privados y a la inversión. En todo caso, ella ha enfrentado críticas de sus simpatizantes de izquierda de que ha hecho reverencias al cabildeo poderoso de los negocios de Madrid en vez de buscar cumplir con una agenda social más agresiva.
Por ejemplo, su administración suspendió brevemente una licencia de construcción para un complejo de lujo en el centro conocido como Canalejas, que incluirá apartamentos privados, un hotel de cinco estrellas y un centro comercial. Pero ahora está planeado que dicho complejo abra antes de que termine el año, después de que los promotores alteraron ligeramente sus planos de construcción, al aceptar, por ejemplo, reducir la altura de los edificios.
Este año, cuando la administración de Carmena finalmente aprobó un enorme proyecto de bienes raíces alrededor de la estación de trenes Chamartín, recibió un diluvio de críticas por parte de la extrema izquierda, incluyendo llamados a que renunciara. La política Montserrat Galcerán escribió una carta a Carmena en Twitter para decirle que “quien se pliega a los intereses especulativos de los bancos y grandes promotoras no pueden gobernar Madrid”.
“Había este temor de que nosotros íbamos a paralizar la ciudad y la actividad corporativa. No tengo nada contra la inversión privada, pero tiene que ser muy controlada”, dijo.
Aun así, en ocasiones ha batallado para implementar sus proyectos y mantener su administración bajo control, e incluso se vio obligada a hacerse cargo de la agenda cultural de Madrid después de destituir a su concejala de Cultura propensa a los escándalos.
“La buena administración de una ciudad no solo depende de tener un buen líder, sino también de que se rodee de un equipo grandioso y coherente, y ahí es donde Carmena probablemente se ha quedado corta”, dijo Juan Barranco, un exalcalde socialista de Madrid.
Sin importar cuál sea el resultado de la elección del domingo, Carmena ya piensa en su vida tras dejar el ayuntamiento. Dice que espera fundar una asociación que ayude a los abuelos españoles a convertirse en mentores para los niños que son refugiados. Sería un cambio adecuado para una alcaldesa que es frecuentemente llamada la Abuela, un apodo que ella lleva con orgullo.
“Es un hecho objetivo: soy una abuela. Pero sé que el que lo dice, lo dice normalmente en un sentido peyorativo. Nuestra sociedad no está acostumbrada a dar protagonismo a la gente mayor, cuando de hecho normalmente la edad suele producir una madurez y espíritu de tolerancia y de escucha y capacidad de comprensión”, dijo. “En España, se asumía más que los hombres mayores podían continuar y tener posiciones de responsabilidad, pero no tanto las mujeres. Es un elemento novedoso, importante y positivo”.