Uno de los primeros recuerdos del presidente Donald Trump, según ha relatado a periodistas y biógrafos una y otra vez, es de un día en el que vio a su madre tan cautivada frente al televisor que apenas se movió durante horas. Era el 2 de junio de 1953, el día en que la reina Isabel fue coronada.
LONDRES – Tenía tan solo 6 años, pero entendía que aquel espectáculo fastuoso que ocurría a más de 5471 kilómetros en la Abadía de Westminster le llegaba al corazón a su madre, Mary Anne MacLeod Trump, una chica pobre que había inmigrado de Escocia y trabajado durante un tiempo como empleada doméstica en una mansión señorial. También entendía que, por algún motivo, ese mismo espectáculo ofendía a su padre.
“También recuerdo que mi padre caminaba impaciente de un lado a otro ese día: ‘Por amor de Dios, Mary’, le dijo. ‘Ya es suficiente. Apaga eso. Son un montón de estafadores’”, recordó Trump años después. “Mi madre ni siquiera alzó la vista. Eran totalmente opuestos en ese sentido”.
Trump cuenta esta anécdota en su libro El arte de la negociación como una explicación de por qué no se conformó con heredar el negocio de su padre. Su madre le había transmitido el amor por el espectáculo y la majestuosidad como lo ilustraba la coronación, una ceremonia de “sueños sublimes” que proyectaba “esplendor y magnificencia”.
La historia también explica por qué la visita de esta semana al Reino Unido le importa al mandatario estadounidense, que durante toda su vida ha expresado un deseo de estar cerca, o al mismo nivel, de la familia real británica.
“Esto es más importante que cualquier proyecto legislativo que pueda aprobar en el congreso, más grande que resolver problemas en la frontera con México”, dijo Michael D’Antonio, autor de The Truth About Trump, una biografía de 2016. “Creo que ese será uno de sus últimos pensamientos antes de morir. Cuando esté a punto de dejar este mundo, pensará: ‘Yo fui ese hombre que estuvo junto a la reina’”.
A Trump le gusta declarar que no respeta a la mayoría de las personas porque “la mayoría no merece respeto”, comentó D’Antonio, quien dijo haber entrevistado a Trump durante casi ocho horas.
“La reina quizá sea una de las pocas personas que podría esperar el respeto de Trump”, dijo. “Es sincero. Es muy sincero cuando se trata de la realeza británica”.
Trump llegó a Londres la mañana del lunes y trajo consigo la polémica. Es una figura muy divisoria en el Reino Unido, donde el 67 por ciento de las personas que respondieron una encuesta reciente de YouGov opinaron algo negativo sobre él y tan solo el 21 por ciento dijo aprobarlo. Trump, quien apoya un ‘brexit duro’, ya ha rechazado cualquier pretensión de diplomacia al haber dado entrevistas a The Sun y The Times of London en las que ha expresado su apoyo a la campaña de Boris Johnson para ser el sucesor de Theresa May y, en respuesta a la pregunta de un entrevistador, ha descrito a Meghan Markle, la duquesa de Sussex, como una mujer “desagradable” porque lo criticó en 2016.
Sin embargo, la familia real tiene mucha experiencia como anfitriona de personajes contenciosos, dijo Andrew Morton, autor de varias biografías de la realeza. Se espera que la reina se muestre neutral sobre los asuntos políticos, así que se alejará de los temas divisorios.
“No suelen adoptar posturas o intentan no hacerlo”, dijo Morton.
Pero en algunos casos, agregó, “piensan que pueden tener cierta influencia”. El príncipe Carlos, por ejemplo, quizá intente persuadir a Trump en el tema del cambio climático, dijo Morton. El príncipe tiene el poder de extender invitaciones a la próxima coronación, agregó.
Thomas Wright, académico de alto nivel en el Instituto Brookings, dijo que, en el pasado, las conversaciones privadas con “individuos icónicos” han dejado una marca en la mentalidad de Trump.
“Si la reina le dice algo, quizá se lo tome a pecho”, dijo. “Probablemente se lo diga a todos”.
En cierto modo, es curioso que la madre de Trump, Mary Anne MacLeod, simpatizara tanto con la monarquía.
Sus antepasados quedaron en la pobreza y fueron expulsados de sus granjas luego de que unos señores escoceses respaldados por los ingleses se apoderaron de sus tierras, un suceso conocido como la Expulsión de las Tierras Altas, escribe Nina Burleigh en Golden Handcuffs: The Secret History of Trump’s Women.
La madre de Trump, la menor de diez hijos, zarpó a Estados Unidos alrededor de 1930, e informó a los funcionarios estadounidenses de inmigración que había estudiado hasta el octavo grado. En sus últimos años, mostró un gusto por el lujo, que su hijo complacía feliz, dijo Gwenda Blair, autora de The Trumps: Three Generations That Built an Empire. La madre de Trump murió a los 88 años en 2000.
Como desarrollador de bienes raíces y personalidad de la televisión, Trump parecía considerar a la familia real como un referente de prestigio. En la década de 1980, circuló un rumor de que el príncipe Carlos y su esposa, Diana, estaban considerando la adquisición de un departamento en la Torre Trump, escribió D’Antonio en su libro.
En 1997, poco después de la muerte de Diana en un accidente automovilístico, Trump le dijo al periodista de televisión Stone Phillips que se arrepentía de no haberla invitado a salir. “¿En serio crees que tenías oportunidad con ella?”, le preguntó Phillips.
“Sí, creo que sí”, respondió Trump. “Siempre tengo oportunidad”.
Trump también esperaba adquirir algunos de los rasgos de la realeza. Morton, el biógrafo de Diana, recordó que ofreció un discurso acerca de la princesa más o menos en esa época en el Club Mar-a-Lago de Trump. Uno de los gerentes del club le preguntó si podía ayudarle a Trump a contratar a Paul Burrell, que había trabajado como lacayo de la reina Isabel y mayordomo de Diana.
Ambas familias no podían ser más distintas, dijo Morton.
“Yo diría que Trump tiene costumbres más ‘reales’ que la reina”, dijo, y agregó que el mandatario tenía un “estilo de vida ostentoso, mientras que la familia real británica es conocida por su moderación. Es bien sabido que la reina colecciona hilo y que le sirven el desayuno en recipientes de Tupperware”.
“Lo que me sorprende sobre la gente de todo el mundo es que, si interactúan de alguna manera con la monarca, eso define sus vidas”, comentó Morton. “Guardan la invitación, guardan el boleto de tren, guardan el artículo en el periódico”.
Sucederá lo mismo con Trump, concluyó.