En las redes sociales, circulan mensajes satíricos que aseguran que las causas de los accidentes son las mujeres al volante.
Sabeeha al Faker se ata el cinturón al volante de su Lexus gris perla y gira la cabeza hacia su hijo, sentado en el asiento del copiloto. Una inversión de roles que esta viuda de 68 años nunca pensó que llegaría a conocer en Arabia Saudita.
Antes del 24 de junio de 2018, esto habría sido considerado un crimen en el reino, donde los tradicionalistas aseguraron durante décadas que autorizar a las mujeres a conducir favorecería la mezcla de géneros y la promiscuidad.
El fin de esta prohibición permitió a miles de mujeres de todas las edades ponerse al volante de un coche, el símbolo más visible de los cambios sociales en un país que busca modernizarse.
Sabeeha al Faker, madre de cinco hijos, nunca había imaginado vivir una cambio así.
“Sigo sin creérmelo”, dice, conduciendo en las calles de su ciudad natal, Qatif, en la costa este.
Su marido, fallecido hace diez años, le enseñó a conducir a escondidas en sus viajes al reino vecino de Baréin en los años 1990, arriesgándose a suscitar la indignación de los patriarcas conservadores de la familia.
Esta reforma ha liberado a innumerables mujeres sauditas de la dependencia respecto a familiares hombres o chóferes privados.
“Antaño, estábamos como en jaulas”, estima Munirah Al Sinani, de 72 años, madre de cuatro hijos, al volante de su coche en la localidad vecina de Dhahran, con su marido en el asiento de copiloto. “La jaula se abrió. Volamos. Vamos donde queremos”, afirma.
La autorización para que las mujeres puedan conducir es la medida más emblemática entre las reformas puestas en marcha por el príncipe heredero Mohamed Bin Salmán, en sus planes para modernizar el reino, criticado a menudo por la forma en que trata a las mujeres.
Unos tres millones de mujeres podrían obtener el permiso de conducir y manejar de aquí a 2020, según el gabinete PricewaterhouseCoopers.
– Activistas encarceladas
Varias autoescuelas para mujeres, pocas con respecto a la gran demanda, abrieron en el país. Algunas enseñan incluso a manejar motos Harley Davidson, algo inimaginable hace apenas un par de años.
Pero la sociedad saudita sigue siendo muy conservadora, y algunas de estas nuevas conductoras han sido víctimas de agresiones en la calle.
En las redes sociales, circulan mensajes satíricos que aseguran que las causas de los accidentes son las mujeres al volante.
E incluso han aparecido varios coches de mujeres incendiados, según informó la prensa.
Además, muchas mujeres tienen que soportar la oposición de familiares hombres, en un país donde su libertad depende de sus “guardianes”: marido, padre u otro hombre de la familia. Requieren su permiso para estudiar, casarse o renovar el pasaporte.
La autorización de estos guardianes no es obligatoria para conducir, pero los textos no son claros sobre los recursos que tienen las mujeres a las que su familia les impide manejar.
Esta medida para permitir conducir a las mujeres estuvo sin embargo acompañada por una ola de arrestos a activistas por los derechos humanos, que comenzó dos semanas antes de suspender la prohibición. La comunidad internacional criticó con firmeza estas detenciones.
Once mujeres fueron juzgadas en marzo. Algunas de ellas afirman haber sido torturadas y agredidas sexualmente durante su detención, lo que desmienten las autoridades sauditas.
La mayoría de estas saudíes militaron por el derecho de las mujeres a conducir, e incluso algunas de ellas habían participaron en la primera manifestación sobre este asunto en 1990. Ocho de ellas fueron puestas en libertad provisional, a la espera de ser juzgadas.
Para varios observadores, esta ofensiva legal busca enviar un mensaje para mostrar que sólo el Estado puede hacer cambios.
Pero para muchos sauditas, estas décadas de lucha de estas militantes tuvieron una gran importancia para poner fin a la prohibición.
“Ellas nos abrieron el camino”, considera Sabeeha al Faker.