Esta es la más reciente medida en una iniciativa a largo plazo por parte de Trump y sus aliados para debilitar la influencia de una legítima cobertura informativa. Cuatro personas familiarizadas con la operación describieron cómo funciona y afirmaron que se han compilado expedientes de publicaciones en redes sociales posiblemente vergonzosas y otras declaraciones públicas de cientos de personas que trabajan en algunas de las organizaciones noticiosas más destacadas del país.
El grupo ha sacado a la luz información sobre periodistas de CNN, The Washington Post y The New York Times —tres medios que han investigado a Trump de manera implacable— en respuesta a noticias o artículos de opinión que los aliados de la Casa Blanca consideran injustos con Trump y su equipo, o nocivos para sus posibilidades de reelección.
Los operadores han analizado meticulosamente más de una década de publicaciones en línea y declaraciones de periodistas, según reveló gente familiarizada con la operación. Estas personas afirman que la red solo ha dado a conocer una fracción de lo que ha descubierto, y que hay mucho más por divulgar a medida que la elección de 2020 se caldea. Se dice que la investigación se extiende a familiares de los periodistas que son activos en la política, además de activistas liberales y otros opositores políticos del presidente.
No es posible evaluar de manera independiente las afirmaciones sobre la cantidad o posible importancia del material que la red de partidarios de Trump ha recabado. Algunos de los que están inmersos en la operación suelen fanfarronear y exagerar. Y los que están dispuestos a describir sus técnicas y metas quizá estén tratando de intimidar a los periodistas o a sus empleadores.
No obstante, se ha comprobado que el material divulgado hasta ahora, aunque en algunos casos está desprovisto de contexto o se presenta de maneras engañosas, es genuino, y buena parte de este ha dañado profesionalmente a sus objetivos.
De los casos que se han visto hasta la fecha, queda claro que uno de los actores centrales en la operación es Arthur Schwartz, un consultor conservador de 47 años que es amigo y asesor informal de Donald Trump júnior, el hijo mayor del presidente. Schwartz ha trabajado con algunos de los operadores de derecha más agresivos, incluido el exasesor de Trump, Steve Bannon.
“Si @nytimes piensa que esto resuelve el problema podemos exponer a algunos de sus otros periodistas intolerantes”, tuiteó Schwartz el 22 de agosto en respuesta a un tuit de disculpa de un periodista del Times cuyas publicaciones antisemitas en redes sociales acababan de ser reveladas por la operación. “Hay mucho más de donde salió esto”, agregaba Schwartz.
La información dada a conocer hasta ahora por la operación ha sido comentada y difundida por funcionarios dentro del gobierno de Trump y su equipo de campaña de reelección, así como por activistas conservadores y medios informativos de derecha como Breitbart News. En el caso del editor del Times, Breitbart fue quien dio a conocer la noticia, misma que Donald Trump júnior y, entre otros, Katrina Pierson, asesora sénior de la campaña de Trump, amplificaron de inmediato en Twitter. La noticia fue tema de una entrevista de Breitbart a Stephanie Grisham, secretaria de Prensa y directora de Comunicaciones de la Casa Blanca.
La oficina de Prensa de la Casa Blanca dijo que ni el presidente ni nadie en la Casa Blanca participó ni tenía conocimiento de la operación, y que ni la Casa Blanca ni el Comité Nacional Republicano la habían financiado.
La campaña de Trump declaró que no tenía conocimiento de estos esfuerzos, ni estaba involucrada en ellos, pero insinuó que servían a un propósito valioso. “No sabemos nada de esto, pero está claro que los medios tienen mucho trabajo por hacer para limpiar su propia casa”, mencionó Tim Murtaugh, director de comunicaciones de la campaña.
La campaña coincide con el consabido esfuerzo de Trump para deslegitimar los reportajes críticos y tachar a los medios de “enemigos del pueblo”. El presidente no ha cesado en sus intentos por disminuir la credibilidad de las organizaciones informativas y hacerlas pasar por opositores con fines políticos.
El periodismo, dijo en un tuit la semana pasada, “no es nada más que una máquina propagandística maligna del Partido Demócrata”.
La operación ha recopilado publicaciones de redes sociales hechas en Twitter, Facebook e Instagram, y ha almacenado imágenes de las publicaciones que pueden darse a conocer incluso si el usuario las borra, comentaron los involucrados en esta labor. Uno dijo que la operación había descubierto información que potencialmente podía dar lugar al “despido” de “varios centenares” de personas.
“Estoy seguro de que rodarán más cabezas”, comentó Sam Nunberg, un exasesor de Trump que es amigo de Schwartz.
Nunberg y otros que saben de la campaña describieron que su propósito era exponer lo que consideraban la hipocresía de los medios noticiosos más importantes que habían publicado reportajes sobre el lenguaje provocador del presidente en relación con la raza.
“Este juego lo pueden jugar dos”, dijo. “Desde hace tiempo los medios han atacado a los republicanos metiéndose a fondo en sus redes sociales, buscando caracterizar a todos los conservadores y a los que votaron por Trump como racistas”.
No obstante, usar técnicas periodísticas en contra de periodistas y organizaciones noticiosas en represalia por —o como advertencia para que no publiquen— cobertura crítica del presidente dista mucho del papel bien establecido de los medios de hacer un escrutinio de la gente en posiciones de poder.
“Si esto tiene tintes claramente vengativos, está claro que es un ataque, y claramente no es periodismo”, comentó Leonard Downie júnior, quien fue editor ejecutivo de The Washington Post de 1991 a 2008. La tensión entre un presidente y los medios que dan cobertura a sus acciones no es nueva, agregó Downie. Sin embargo, sí es un esfuerzo político organizado y a gran escala para humillar intencionalmente a los periodistas y otras personas que trabajan para los medios.
“Una cosa es que Spiro Agnew diga que todos en la prensa son ‘unos habladores engreídos que escupen negatividad’”, dijo, refiriéndose a la famosa crítica del exvicepresidente de cómo los periodistas habían cubierto la presidencia de Richard Nixon. “Y otra cosa es investigar a individuos a fin de avergonzarlos públicamente y poner en riesgo su empleo”.
La operación está atacando a los medios con una de las armas de combate político más efectivas: la investigación minuciosa y profunda de los registros públicos de los opositores con el fin de hallar contradicciones, opiniones polémicas o afiliaciones tóxicas. El grupo liberal Media Matters for America fue uno de los pioneros en el escrutinio meticuloso de declaraciones públicas de personalidades de medios conservadores.
El operador conservador James O’Keefe ha dado un giro a ese concepto de maneras que no coinciden con la ética periodística tradicional al usar identidades falsas, artículos de portada exagerados y videos encubiertos para atrapar a los periodistas y sacar a la luz declaraciones vergonzosas, a menudo de maneras engañosas, para socavar la credibilidad de los que él considera que son medios sesgados a favor de los liberales.
En el caso de la red que está a favor de Trump, la investigación de los periodistas se está desplegando para el beneficio político de la Casa Blanca. Sus objetivos no solo son periodistas de alto perfil que cuestionan al gobierno, sino, además, cualquiera que trabaje para una organización informativa que los miembros de la red consideran que es hostil hacia Trump, sin importar cuán tangencial pueda ser su trabajo para la cobertura de su presidencia. Y esto se está usando de manera explícita como venganza por dicha cobertura.
Algunos reporteros han recibido advertencias de que ellos o sus organizaciones podrían ser blancos de ataques, lo cual ha dado la impresión de que la campaña tiene, en parte, la intención de disuadirlos de realizar una cobertura agresiva, además de infligir un castigo tras la publicación de un artículo.
Las tácticas de la operación se pusieron en práctica la semana pasada, aparentemente en respuesta a dos artículos del Times que irritaron a los aliados de Trump. El comité editorial del periódico publicó un editorial el 21 de agosto en el que acusaba a Trump de fomentar el antisemitismo y la redacción publicó un perfil de Grisham, la nueva secretaria de Prensa de la Casa Blanca, la mañana del 22 de agosto, en el que incluía detalles poco favorecedores sobre sus antecedentes laborales.
Una persona que fue parte de este ataque mencionó que las fuerzas leales a Trump, que ya tenían conocimiento anticipado sobre la cobertura de Grisham, estaban preparadas para responder. La mañana del jueves, poco después de que el perfil apareció en línea, Breitbart News publicó un artículo que documentaba tuits antisemitas y racistas escritos hace una década por Tom Wright-Piersanti, quien estaba en la universidad en aquel momento y desde entonces se ha convertido en editor de la sección de Política del Times. El diario dijo que estaba revisando el asunto y consideraba que las publicaciones eran “una clara violación” de sus estándares.
Schwartz tuiteó un enlace al artículo de Breitbart antes de las 7:00, que Donald Trump júnior retuiteó para sus 3,8 millones de seguidores, la primera de una veintena de ocasiones en las que el hijo del presidente compartió el artículo o sus comentarios. Otros republicanos importantes, como el senador de Texas Ted Cruz, se unieron a la difusión del reportaje.
Wright-Piersanti se disculpó en Twitter la mañana del jueves y borró los tuits ofensivos. Entonces Schwartz emitió su advertencia de que tenía más información nociva sobre empleados del Times.
Wright-Piersanti, de 32 años, mencionó que las publicaciones, que hizo cuando era un estudiante universitario con una cuenta de Twitter que seguían principalmente conocidos personales, eran “intentos penosos de ser sarcástico para tratar de destacar” entre sus amigos.
Pero aclaró que “no eran divertidos y eran claramente ofensivos”; agregó: “Me siento profundamente avergonzado por ellos y, de verdad, con toda honestidad digo que lamento mucho haberlos escrito”.
También mencionó que había olvidado que había escrito esos tuits cuando comenzó su carrera en el periodismo.
“Para mi generación, la generación que llegó a la mayoría de edad en internet, todos los errores que cometimos en la juventud han quedado encapsulados en ámbar digital y, sin importar cuánto cambie uno, madure y crezca, siempre estarán ahí, esperando a ser divulgados”, declaró Wright-Piersanti.
Al igual que Wright-Piersanti, otros objetivos de la red leal a Trump han sido jóvenes que crecieron con las redes sociales y escribieron dichas publicaciones cuando eran adolescentes o tenían veintitantos años, en la mayoría de los casos, antes de que se convirtieran en periodistas profesionales.
Ken Vogel cubre la confluencia de dinero, política e influencia desde Washington. También es el autor de Big Money: 2.5 Billion Dollars, One Suspicious Vehicle, and a Pimp — on the Trail of the Ultra-Rich Hijacking American Politics. @kenvogel • Facebook
Jeremy W. Peters cubre política nacional en el buró de Washington. Sus otras asignaciones en la década que tiene trabajando en The New York Times han incluido cubrir los mercados financieros, los medios, la política en Nueva York y dos campañas presidenciales. @jwpetersNYT • Facebook