Cuando Claudia Mendoza crecía en la sección de Washington Heights de Nueva York, ella y sus padres solían pasar varias noches en el Club Deportivo Dominicano, un club social ubicado a cuatro cuadras de la casa donde Mendoza creció. Allí, ella daba vueltas en la pista de baile al compás de un grupo típico de merengue que tocaba en vivo.
“La pista de baile estaba siempre llena de todo tipo de personas”, abarcaba varias generaciones, recordó. La madre de Mendoza explicó que el club era “un motor” para la comunidad, un lugar donde la gente recaudaba dinero para emprendedores locales, se organizaba políticamente o planeaba eventos comunitarios.
A ella le encantaba ir, pero no podía dejar de notar una omisión flagrante: el club estaba dominado por los hombres. Había fotos de hombres colgadas en las paredes y la presidencia del club siempre estuvo a cargo de varones.
Sus recuerdos de estas imágenes fueron, en parte, lo que inspiró a Mendoza, de 26 años, a crear un espacio propio en 2018: el Mami Chula Social Club. Un año más tarde, el club, con sede en Uptown Manhattan, suma más de setecientas mujeres afiliadas, conocidas como Chulas.
La idea surgió a mediados de 2017, cuando Mendoza organizó un juego de futbéis con sus amigas, que se enfrentaron entre sí con camisetas color rosa. Las mujeres estaban emocionadas de “tener la oportunidad de ser competitivas, practicar un deporte, enojarse, hacer algo totalmente distinto a su rutina”, dijo Mendoza.
Pero todo tuvo sentido cuando organizó otro evento, que en esa ocasión incluía a sus madres. Las madres solteras dominicanas se habían quedado solas en sus casas, dado que sus hijos crecieron, y tenían que enfrentarse a la realidad de reconstruir su vida social en la madurez. En 2017, Mendoza planeó una elegante cena del Día de las Madres en la que las hijas escribieron poemas para sus madres, quienes siguieron reuniéndose en almuerzos quincenales.
Este evento intergeneracional le hizo pensar: ¿por qué no crear un club privado exclusivamente para gente como sus amigas y sus madres? “Quería continuar creando una comunidad para las mujeres”, dijo Mendoza, por lo que dejó su trabajo en junio de 2018 y oficialmente comenzó el Mami Chula Social Club aquel septiembre.
En lugar de las típicas reuniones de hora feliz para generar contactos o los grupos de desarrollo profesional, la programación mensual de las Chulas es más peculiar y aventurera. Mendoza ha organizado lecciones para maridar puros y whisky, cenas de disfraces para conmemorar la historia de la mujer y un taller de perreo (twerking) coreografiado por una de las bailarinas de Cardi B. Como lo describe Mendoza: “No queremos que venga la niña modelo perfecta ni la instagramera. Eso no es lo que queremos hacer”.
En cambio, Mendoza se ha comprometido a que el Mami Chula Social Club esté al alcance de las mujeres inmigrantes y de la clase trabajadora, al darles acceso a eventos de los que de otro modo podrían haber quedado excluidas. El evento inaugural fue una fiesta en el jardín en honor a las madres de las afiliadas, celebrado en la histórica mansión Morris-Jumel de Washington Heights, un punto de referencia nacional y la casa más antigua de Manhattan. La velada también contó con arpistas y un bufé preparado por un chef de celebridades.
“Nuestras mujeres no tenían estos espacios y si los había, eran muy excluyentes y solo aceptaban a mujeres con estudios o profesiones, no a mujeres como la mayoría de nuestras madres”, dijo Mendoza. Ella mantiene los costos bajos, la afiliación es gratuita y no hay cuotas anuales. Las entradas a los eventos mensuales cuestan entre 20 y 40 dólares, y Mendoza colabora con las afiliadas de Mami Chula en todos los aspectos, desde la fotografía hasta la venta de alimentos.
Aunque los clubes de mujeres tienen una larga historia en Estados Unidos, el renacimiento actual de esta corriente está dirigido por empresas como The Wing, una red de elegantes espacios de trabajo conjunto y comunitario dignos de una fotografía para publicar en Instagram. En el último año, The Wing ha sido criticada por sus precios (el costo de una membresía anual puede llegar a los 2700 dólares). Para muchas mujeres, cuotas tan caras como esas pueden estar fuera de alcance, una realidad que ha causado preocupación debido al carácter excluyente del llamado feminismo corporativo.
Mendoza tiene la esperanza de dar cabida a un espectro de varias generaciones de mujeres de todos los ámbitos de la vida. Entre las afiliadas al club hay madres que son amas de casa, abogadas, artistas, escritoras y meseras, pero Mendoza dice que comparten una creencia universal en el espíritu íntimo y colectivo del grupo. El año pasado, se asoció con la fotógrafa Evelyn Martínez para el Nosotros Project de Getty Images, y colaboraron en una sesión de fotografías con las madres y las abuelas de las afiliadas, tomando como inspiración la fiesta inaugural en el jardín de la mansión Morris-Jumel. Y para su club de lectura mensual, leyeron Chula, de Amanda Alcántara, una escritora dominicana.
“Tuvimos a sesenta mujeres que hablaron sobre traumas, colorismo [entendido como los privilegios derivados de tener la piel blanca] y curación”, dijo Mendoza. “Estábamos llorando y apoyándonos entre nosotras. Estos son los tipos de espacios que queremos crear y los tipos de conversaciones que necesita nuestra comunidad, que, por desgracia, no se encuentran en un grupo de desarrollo profesional”, afirmó.
Dado que el número de afiliadas está en aumento, Mendoza prevé un futuro prometedor para el Mami Chula Social Club. “Quiero que Mami Chula se expanda por todo el país y quiero crear comunidades para mujeres en todos los estados”, dijo.
Mientras eso sucede, Mendoza anhela seguir levantándoles el ánimo a las mujeres de su vecindario. Espera contar con un espacio físico muy pronto, sobre todo debido a que la creciente gentrificación en la zona y el aumento de las rentas ponen en riesgo a los clubes sociales dominicanos de la vieja escuela en Washington Heights. Las afiliadas han expresado su interés en actividades más educativas, así como en intereses más mundanos.
“Realmente quiero mantenerme fiel al porqué de esta comunidad”, dijo Mendoza. “No quiero perderlo de vista”, afirmó.