La mitad de la ciudad, pulmón económico del país, quedó destrozada por la guerra que comenzó en 2011.
Entre dos puestos de control del ejército y los edificios destruidos en la ciudad siria de Alepo, un cartel decrépito da la bienvenida al visitante a un área destinada a convertirse en un faro de la reconstrucción de la posguerra.
“La ciudad industrial de Alepo le agradece su visita”, se puede leer.
La mitad de Alepo, pulmón económico del país, quedó destrozada por la guerra que comenzó en 2011. A finales de 2016 el régimen sirio arrebató a los insurgentes el control de los barrios del este de la ciudad tras una ofensiva respaldada por Rusia, su aliado.
Moscú apoya militarmente al régimen de Bashar al Asad y quiere participar activamente en la reconstrucción en Siria.
En la zona industrial de Alepo, devastada por los bombardeos, la actividad se restablece poco a poco con la reapertura de varias fábricas, como la compañía de producción de metal Katerji Engineering & Mechanical Industries.
La AFP y otros medios la han visitado como parte de un viaje de prensa organizado por el ejército ruso. La dirigen los hermanos Husam y Baraa, cercanos al régimen y sujetos a sanciones de la Unión Europea y Estados Unidos.
La empresa estuvo bajo control rebelde y parada durante los combates.
“Hemos reanudado el trabajo hace un año y en la actualidad disponemos de cuatro hangares funcionales. Esperamos extender la producción a 11 antes de 2020”, explica Salah Mitar, el ingeniero encargado de la fábrica que emplea a 1.000 personas.
Mitar denuncia las sanciones occidentales que, según él, le impiden importar máquinas sofisticadas del extranjero.
Jaled, un obrero de 38 años con cinco hijos, asegura que desde hace ocho meses cobra un buen salario, pero se queja “de los precios muy elevados en la ciudad”, en un momento en el que la divisa se derrumba y la inflación se dispara.
– “Mejor que antes” –
También hay obras de reconstrucción en el zoco centenario situado en la ciudad vieja de Alepo, incluida en la lista del patrimonio mundial de la UNESCO.
La línea del frente atravesaba el zoco durante los enfrentamientos, entre 2012 y 2016.
Se están restaurando zonas del casco histórico. Los obreros quitan escombros y algunas cafeterías y tiendas se preparan para recibir las primeras mercancías.
“Los clientes volverán, estoy seguro, sólo hay que esperar un poco”, confía Abdel Rahman Mahmud, propietario de una tienda de especias y jabón.
“Nuestras vidas han cambiado mucho en estos dos últimos años. Estamos mucho mejor: tenemos electricidad, agua corriente”, cuenta este sirio de 59 años que afirma haber perdido a un hijo durante la guerra.
– Reconstrucción –
Desde la intervención militar de Rusia en 2015, el régimen sirio ha multiplicado sus victorias y reconquistado casi el 60% del territorio del país mediante bombardeos masivos.
Las autoridades rusas afirman que el suministro de miles de toneladas de conductos metálicos y de cientos de kilómetros de cables de alta tensión devolvieron una apariencia de normalidad y que la presencia de la policía militar rusa contribuyó a parar los saqueos.
Ramzán Kadirov, líder de la república rusa de Chechenia, propuso financiar la restauración de la Mezquita Omeya de Alepo, una joya arquitectónica.
En el este de la ciudad, los barrios controlados otrora por los rebeldes están en ruinas. Y con una línea del frente a menos de 10 km del centro de Alepo, la amenaza de los combates persiste.
La ciudad se halla cerca de la región de Idlib, bajo control de un grupo yihadista, donde siguen habiendo bombardeos esporádicos pese a una tregua anunciada unilateralmente en agosto por Moscú.
Según el gobernador de la provincia de Alepo, Husein Diab, 123 personas resultaron heridas en la región en septiembre debido a estos ataques.