Adela de Giroldi, la viuda del cabecilla de la asonada del 3 de octubre de 1989, dice que perdonó a todos, para no ser presa del odio. Aún espera respuestas sobre quién ordenó los asesinatos
Ya no queda vivo ninguno de los hombres que estuvieron durante aquellas horas cruciales del martes 3 de octubre de 1989 en la Comandancia y oficina de Noriega. Eran 11 en total. 10 alzados, nueve fueron fusilados en la noche de ese mismo día en un hangar de Albrook, dándole nombre a esta masacre, Moisés Giroldi que sería el décimo, asesinado la madrugada del miércoles 4 en el cuartel de Tinajitas y Manuel Noriega que murió 28 años después.
Todos murieron y Adela Bonilla, la viuda del mayor Moisés Giroldi, esperó que los protagonistas hablaran para dejar salir la verdad. “Ninguno se atreve a decir nada” Me dijo Adela en una entrevista hace 12 años. Estaba “cansada” dijo entonces, “siempre amenazan con que viene el lobo y nunca dicen nada”.
Adela hoy un abuela feliz dedicada a las misiones evangélicas de la iglesia cristiana, me concedió una entrevista a mediados de 2007, reaccionando a los amagues de Eliecer Gaitán refugiado en Costa Rica que aseguró entonces estar dispuesto a cruzar la frontera para decir la verdad.
Gaitán es uno de los pocos que aún viven y que pudieran aclarar qué sucedió esa noche en Albrook y a la madrugada siguiente en Tinajitas, pero ni tras el fin de la dictadura, ni durante los juicios y mucho menos en aquella bravuconada de 2007, dijo nada.
Adela tenía razón. Esa escaramuza acabó como el cuento de Pedrito y el Lobo, fue falsa alarma. La viuda del líder golpista me contó en esa conversación, que la última vez que vio a su esposo fue el domingo 1 de octubre. Él obtuvo permiso para salir con ella; “yo lo recogí en la puerta del cuartel central, él se subió al carro y me dijo maneja”, relató Adela, con una tranquilidad que solo llega con los años y el perdón.
“Maneje hasta las áreas revertidas y lo vi tenso, me habló por encima del plan y me dijo que si las cosas no salían yo tenía que tomar a los niños y entrar en una base gringa”, recordó Adela en aquella conversación. Moisés le dio además algunas instrucciones específicas y unos contactos por si se hacía necesario poner en marcha el plan B.
Al atardecer Adela regresó a la puerta del Cuartel Central, y se despidió de su esposo, fue la última vez que lo vio con vida, ambos trataron de parecer normales; Moisés entró hacia su hora final y Adela se alejó en el auto. Los esposos no volvieron a estar juntos.
“Mi esposo murió con honor”, dijo Adela. El expediente del juicio donde se condenaron a varias personas por la muerte de Giroldi y La Masacre de Albrook; dice que a Moisés lo asesinaron por la espalda. Llevaba las manos atadas y lo obligaron a caminar unos metros hacia delante de sus verdugos. Según ese expediente, grito para rogar por sus hijos que no lo mataran, justo antes de ser fulminado por una ráfaga de sub ametralladora UZI. Moisés recibió 15 impactos muriendo por un shock hemorrágico.
Manuel Noriega murió 28 años después, el 29 de mayo de 2017, en una cama de hospital, tras varias semanas en agonía luego de ser operado de un tumor cerebral. Tenía 83 años, no podía caminar sin asistencia, murió preso por la justicia y por los secretos que calló, asegurando cada vez que pudo, qué él era inocente de todo. ¿Entonces quién decidió matar a Giroldi? La viuda del golpista aún espera esa respuesta…