El político boliviano, quien el domingo renunció a la presidencia acechado por las fuerzas armadas tras su cuestionada reelección, llegó este martes a México.
Fiel a su tradición de asilar a exiliados políticos, desde el revolucionario ruso León Trotsky hasta izquierdistas sudamericanos como la viuda de Salvador Allende, pasando por republicanos españoles incluidos intelectuales como el cineasta Luis Buñuel, México recibió el martes a Evo Morales.
El político boliviano, quien el domingo renunció a la presidencia acechado por las fuerzas armadas tras su cuestionada reelección, llegó este martes a México, por décadas refugio, y para muchos casos hogar, de miles de perseguidos y exiliados políticos, algunos rostros conocidos y multitudes de anónimos.
Agustín Gutiérrez Canet, embajador mexicano en retiro, explica a la AFP que el asilo a Morales está justificado conforme a convenciones interamericanas suscritas por México.
“Lo fundamental para concederlo es que la persona sea perseguida por razones de índole político que hagan peligrar su vida, su libertad o su integridad personal”, explica al señalar que el caso de Morales fue de “urgencia”.
– ¿Costo político? –
Desde la oposición mexicana, el conservador Acción Nacional (PAN) condena el asilo a Morales, mientras el Partido Revolucionario Institucional (PRI), que en sus siete décadas de poder recibió a miles de perseguidos políticos, guarda silencio.
“¡Se trata de un Dictador, reeleccionista! Es persona non grata en México”, arremetió en Twitter el expresidente Vicente Fox (2000-2006), del PAN.
La escritora mexicana Elena Poniatowska, Premio Cervantes 2013 y cercana al presidente Andrés Manuel López Obrador, desató la polémica con un tuit lanzado el sábado: “¿Por qué los presidentes de la república quieren eternizarse en el poder? ¿Por qué insiste Evo Morales en creer que no hay nadie más que él?”.
– Desde Sandino –
Si bien León Trotsky es el caso más notable, para Gutiérrez Canet la tradición mexicana de asilo político se remonta hasta por lo menos el rebelde nicaragüense César Augusto Sandino, aunque se fue decepcionado en 1930 al no recibir el apoyo prometido del gobierno a su levantamiento contra los estadounidenses.
Existen registros de que la tradición es más antigua aun.
“Ningún país en el mundo tiene un historial tan consecuente y digno en materia de asilo como nuestro país. Desde el siglo XVIII, principios del XIX”, dijo este miércoles López Obrador, citando el ejemplo de la fragata acorazada que México envió por el entonces presidente de Nicaragua, José Santos Zelaya, en 1909, en momentos en los que Managua sufría una intervención.
Trotsky, tras ser expulsado de la Unión Soviética por Josef Stalin en 1929, peregrinó por Turquía, Noruega y Francia para llegar a México en 1937.
“Fue el muralista Diego Rivera [esposo de Frida Kahlo] el que le pidió al presidente Lázaro Cárdenas (1934-1940) que le diera asilo, pero sabemos las consecuencias de lo que pasó. La protección mexicana no funcionó y fue víctima de Ramón Mercader”, su asesino, en 1940, explica.
Cárdenas también es reconocido por asilar a españoles tras triunfar Francisco Franco en la Guerra Civil Española. El gobierno republicano en el exilio se asentó en México de 1939 a 1946.
Llegaron más de 20.000 españoles, políticos, distinguidos intelectuales, empresarios, gente anónima y los 456 “niños de Morelia”, como llaman a los menores que llegaron al estado de Michoacán para hacer su vida, algunos sin saber jamás de sus padres.
El poeta español León Felipe era un habitué de los cafés de la bohemia mexicana mientras que Luis Buñuel se naturalizó mexicano. Su inmemorable cinta “Los olvidados” la rodó en la capital mexicana.
En 1955, los hermanos Fidel y Raúl Castro se exiliaron en México, desde donde promovieron su desembarco en Cuba a bordo del “Granma”.
Las ofertas de refugio mexicanas se intensificaron en los 1970, cuando se sucedieron golpes de Estado y dictaduras militares en Sudamérica.
La salida de Hortensia Bussi tras el cuartelazo del 11 de septiembre de 1973 contra su marido Salvador Allende en Chile fue dramática. Refugiada en la embajada mexicana, cuyos servicios de agua y luz fueron cortados por los golpistas, México tejió una fina pero firme labor diplomática para obtener el salvoconducto y sacar a la familia Allende y a numerosos de sus colaboradores.
El avión mexicano, temeroso de ser derribado, salió de espacio aéreo chileno el 15 de septiembre, cuando en México se celebra el tradicional “grito de independencia” con el sonar de la campana de Palacio Nacional.
El embajador mexicano Gonzalo Martínez Corbalá relataba emocionado cómo en el avión apareció una pequeña campana y ahí lanzó, vitoreado por los pasajeros, el “grito”.
Siguieron otros latinoamericanos, sobre todo argentinos y uruguayos. En los 1980 centroamericanos que escapan de la guerra civil y la persecución, como la activista guatemalteca Rigoberta Menchú, premio Nobel de la paz.
Marta de Cea, promotora cultural argentina, llegó a México en 1976 tras ser secuestrada por la dictadura. Llegó como turista, pero las autoridades mexicanas tenían claro que escapaban para salvar la vida.
“Gobernación (ministerio del Interior) sabía de nuestra situación. Nos ayudaron mucho. Sigo aquí después de más de 40 años, me hice ciudadana mexicana, aquí formé un hogar, mis hijas son mexicanas. Estoy muy agradecida con este país”, resume con voz quebrada por la emoción a sus 74 años.