La ley permitirá al gobierno indio dar la nacionalidad a refugiados procedentes de Afganistán, Bangladés y Pakistán, a condición de que no sean musulmanes.
Miles de personas volvieron el sábado a salir a la calle en India para protestar contra una controvertida ley que facilita el acceso a la nacionalidad a refugiados, siempre que no sean musulmanes.
En Nueva Delhi, los manifestantes pidieron al primer ministro, Narendra Modi, que renunciara a esta ley que, según sus detractores, “dividiría nuestro país secular según criterios religiosos”.
La ley permitirá al gobierno indio dar la nacionalidad a refugiados procedentes de Afganistán, Bangladés y Pakistán, a condición de que no sean musulmanes. Afecta especialmente a las minorías religiosas, entre ellas los hindúes y los sijs.
En el estado de Bengala Occidental, las protestas estuvieron marcadas por una fuerte violencia, con al menos 20 autobuses y estaciones incendiadas. Manifestantes bloquearon carreteras y lanzaron neumáticos en llamas contra los raíles.
En Guwahati, en el estado de Assam, donde la policía abrió fuego el jueves contra los manifestantes y mató a dos personas, varios cientos de personas asistieron el viernes al funeral de una de las víctimas, Sam Stafford, de 18 años.
En este contexto incendiario, el primer ministro indio y su homólogo japonés, Shinzo Abe, aplazaron una reunión prevista a partir del domingo en Guwahati.
Estados Unidos y Reino Unido aconsejaron a sus ciudadanos no viajar al noreste de India, epicentro de las protestas.
La oposición y las organizaciones de defensa de los derechos humanos consideran que esta ley forma parte del programa nacionalista de Modi, que busca, según ellas, marginar a 200 millones de indios musulmanes.
El sábado, un colaborador cercano de Modi, Amit Shah, intento calmar los ánimos de los habitantes de los estados del noreste y afirmó que el gobierno protegería su “cultura, su identidad social, su idioma y sus derechos políticos”.