Ocho meses después del espectacular incendio que destruyó parte de la emblemática catedral de Notre Dame de París, la fragilidad de su estructura sigue preocupando y en breve se enfrentará a uno de los mayores desafíos de la reconstrucción: el desmantelamiento del andamiaje.
A partir de febrero, comenzará esta delicada operación consistente en desmontar uno a uno los 10.000 tubos metálicos que rodean el edificio que el fuego soldó entre sí como una gigantesca tela de araña.
Instalado antes del siniestro para restaurar el edificio, el andamiaje, fragilizado y deformado por las llamas, amenaza a la bóveda y el equilibrio de la catedral, que este año no pudo acoger la misa de Navidad por primera vez desde hace dos siglos.
Tras finalizarse un segundo andamiaje más alto y ligero, un equipo de expertos denominados “ardillas” desmontarán las piezas y una grúa gigante de 75 metros las bajará al suelo.
La operación durará varios meses, si bien el espacio frente a la fachada será abierto progresivamente a los turistas y viandantes a partir de finales de enero.