La gran mayoría de productos llegan a la isla Saboga en plásticos de un solo uso, hecho que está generando una alerta ambiental. El autor de este artículo nos cuenta que la comunidad no se queda de brazos cruzados.
Hace ya poco más de un mes que desembarqué junto con mi equipo, en la pequeña isla de Saboga, en el Archipiélago de Las Perlas, con la idea de retomar una temporada más de la escuela de vela que tenemos aquí montada, y con ella el proyecto social que se lleva realizando hace 7 años con los niños del pueblo, “Vela para todos”, pero este año afrontamos una realidad que se incrementa cada temporada, el problema con la gestión de residuos en la isla.
La gestión de residuos es importante en cualquier lugar del planeta, pero cuando hablamos de una pequeña isla alejada en el Pacífico, se convierte en un tema de máxima prioridad, ya que en los últimos años más del 90% de los productos que se consumen en la isla de Saboga son importados desde Panamá, y la gran mayoría llegan en envoltorios de plástico de un solo uso que acaban en vertederos municipales ubicados en el centro de la selva, o en hogueras de cualquier rincón del pueblo, provocando daños en la salud de la población local y en la fauna del pacífico. Ya que, los residuos que quedan de todas las hogueras van directas al mar con las primeras lluvias, hecho que está perjudicando seriamente el ecosistema marino y con él pone en peligro el único lugar del mundo, junto con Colombia, donde las ballenas jorobadas de ambos hemisferios crían.
Desde el equipo de Sailing Club Panamá hemos creado un proyecto llamado Velea por el planeta, que consiste en construir una pequeña planta de reciclaje, en la que se clasifiquen todos los residuos que se recogen en la playa del pueblo, acción que se realiza con los niños de la isla antes de empezar las actividades con los veleros, esto les ayuda a concienciarse sobre la importancia y el impacto que tiene no tener cuidado a la hora de tirar estos residuos.