BRUSELAS — Europa planea mantener vivo el acuerdo nuclear de 2015 con Irán amenazando con destruirlo: una estrategia arriesgada en un momento peculiar que podría tener un terrible efecto contraproducente, según analistas y funcionarios europeos.
El 14 de enero, Francia, Alemania y el Reino Unido decidieron desafiar las violaciones de Irán al acuerdo nuclear y desencadenar una maniobra conocida como mecanismo de resolución de controversias. Esa acción pone en marcha un reloj que los europeos tal vez no puedan controlar, pues está sujeto a las impredecibles acciones de los líderes de Irán y Estados Unidos.
La medida ya enfureció a Irán, país que sostiene que sus violaciones al acuerdo son justificadas y que los europeos se están inclinando hacia el presidente Donald Trump y su campaña de “presión máxima” que consiste en sanciones para Teherán.
Por su parte, los europeos insisten en lo contrario. Sin embargo, al percibir que Irán y Estados Unidos se dirigen hacia una posible escalada militar, al menos están intentando evitar un resultado en el que Irán tome el camino de Corea del Norte hacia la fabricación de una bomba nuclear.
“Si hay una estrategia europea, en esencia, es hacer el intento de ganar tiempo”, opinó Nathalie Tocci, exasesora de la exdirectora de política exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini, quien ayudó a negociar el acuerdo de 2015 con Irán.
“El escenario optimista es que han hecho esto para mantener feliz a Trump y con la esperanza de expandir el proceso de la disputa hasta las elecciones estadounidenses de noviembre”, comentó Tocci. Según la experta, los europeos están apostando a que, “a pesar de toda la presión sobre Irán, ese país no haga uso de la libertad que ha conseguido” para enriquecer uranio a niveles que le permitan fabricar una bomba.
Asimismo, los europeos esperan provocar que Estados Unidos e Irán, de alguna manera, entablen negociaciones sobre un acuerdo mejorado que Trump pueda adjudicarse, aunque difiera poco del actual que fue negociado por el presidente Barack Obama y que limitaba las actividades nucleares de Irán, un pacto que Trump ha definido como el peor de la historia.
“Pero es una estrategia de alto riesgo”, señaló Tocci. “Se ve difícil que Teherán coopere hasta noviembre”.
También es difícil pensar que la gente que rodea a Trump, que se ha opuesto al acuerdo nuclear y ha apoyado su campaña de máxima presión, otorgue alguna concesión a Irán para que comiencen las negociaciones, mencionó Ian Bond, director de política exterior del Centro para la Reforma Europea.
Wendy R. Sherman, negociadora clave de Estados Unidos en el acuerdo de 2015, describió el uso del mecanismo para resolver controversias como “increíblemente arriesgado” y señaló que “aumentará la posibilidad de un fracaso” del acuerdo.
Pareciera que los subordinados de Trump creen que su estrategia está funcionando, pues han hecho notar que el gobierno y la economía de Irán están debilitados. Además, aseguran que el asesinato que cometió Estados Unidos del comandante iraní, Qasem Soleimani, en Bagdad hace casi dos semanas ha disuadido a Irán de tomar medidas en la región, en vez de promover más intentos para expulsar a los estadounidenses de Irak y Siria.
Sin embargo, hay otros que no están tan seguros, como Robert Malley, un estadounidense que ayudó a negociar el acuerdo nuclear y que ahora encabeza el Grupo de Crisis Internacional. Ellos esperan mayores represalias de Irán y de las milicias iraquíes que obtienen su respaldo, entre ellas una dirigida por un comandante que murió al lado de Soleimani.
En su fervor por presionar a los europeos, un funcionario del gobierno de Trump incluso los amenazó con un 25 por ciento de aranceles sobre las exportaciones de automóviles si no invocaban la estipulación de la controversia con Irán, de acuerdo con un funcionario europeo, lo cual sería un extraordinario uso de la influencia económica para alcanzar una meta de política exterior. La advertencia, que fue reportada primero por The Washington Post, se mencionó en una única llamada telefónica y los europeos la consideraron contraproducente, según señaló el funcionario europeo.
El 15 de enero, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, dio un indicio del estado de ánimo del gobierno estadounidense, cuando dijo que él, junto con el secretario de Estado, Mike Pompeo, creían que Naciones Unidas de inmediato volvería a imponer sanciones sobre Irán ahora que Francia, el Reino Unido y Alemania habían desencadenado el mecanismo para la resolución de controversias. Los europeos hicieron esa maniobra en respuesta a las declaraciones de Irán sobre su incumplimiento de los límites del acuerdo nuclear en torno al enriquecimiento del uranio iraní, un combustible potencial para una bomba.
“He sostenido conversaciones muy directas con nuestros homólogos, al igual que el secretario Pompeo”, le comentó Mnuchin a CNBC. “Esperamos trabajar con ellos pronto y esperamos que las sanciones de Naciones Unidas vuelvan a entrar en vigor en poco tiempo”.
Sin embargo, los europeos aseguran que ese resultado, que podría acabar con el acuerdo, es el que justamente quieren evitar. Hay nerviosismo en torno al riesgo de que el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, con sus ojos puestos en el acuerdo comercial posbrexit con Washington, sucumba ante la presión, pero los funcionarios europeos consideran que eso es una posibilidad remota.
Johnson y su gobierno apoyan el acuerdo nuclear y el 14 de enero colaboraron junto con Francia y Alemania en un comunicado que decía: “No nos unimos a una campaña para implementar una máxima presión sobre Irán”. Ese día, Johnson instó a nuevas conversaciones con Washington y Teherán para intentar negociar un “acuerdo de Trump” que suplante al actual.
Conforme al mecanismo de controversias, se pueden extender de mutuo acuerdo los límites de tiempo para las conversaciones, explicó Ellie Geranmayeh, una experta en Irán del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. Cualquier participante del acuerdo puede ir directamente con el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para solicitar la reimposición de las sanciones del organismo, pero no se espera que nadie lo haga, a menos que Johnson se rinda de manera inesperada ante Washington.
Después del asesinato de Soleimani y el derribo accidental de un vuelo comercial de pasajeros, la turbulencia política en Irán ha creado una enorme incertidumbre. El gobierno de Irán está reprimiendo manifestaciones y, con las elecciones parlamentarias a celebrarse el próximo mes, la retórica intransigente está destinada a aumentar.
Aunque Irán insiste en que su desarrollo nuclear seguirá siendo pacífico, la decisión de ignorar los límites del acuerdo nuclear tanto en el volumen como en la pureza del combustible nuclear iraní ha generado preocupación en torno a que, en cuestión de meses, el país pudiera acumular suficiente uranio enriquecido para crear una bomba.
“Creo que el ataque a Soleimani provocará un aceleramiento del programa nuclear de Irán”, comentó Bond. “Han visto a Kim Jong-un y la lección que ha dado Trump: si tienes armas nucleares, puedes recibir cartas de amor del presidente, y si no, tus generales pueden ser asesinados”.
El secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, habla con reporteros afuera de la Casa Blanca en Washington, 15 de enero de 2020. (Pete Marovich/The New York Times)