El partido de centro derecha del jefe de gobierno Leo Varadkar, el Fine Gael, encabezaría el resultado con 22,4%, por delante del partido republicano Sinn Féin (22,3%) y el otro gran partido de centro-derecha, Fianna Fail (22,2%).
Irlanda comenzó este domingo el escrutinio de las elecciones legislativas celebradas la víspera, cuyo resultado se anuncia muy reñido para el primer ministro saliente Leo Varadkar, amenazado por el crecimiento del partido republicano Sinn Fein.
El recuento se inició a las 09H00 (locales y GMT), pero debido al complejo modo de escrutinio, los resultados podrían tardar días en ser conocidos.
Según un estudio Ipsos MRBI, realizado a la salida de los colegios electorales para los medios de comunicación irlandeses, con un margen de error del 1,3%, el partido de centro derecha del jefe de gobierno Leo Varadkar, el Fine Gael, encabezaría el resultado con 22,4%, por delante del partido republicano Sinn Féin (22,3%) y el otro gran partido de centro-derecha, Fianna Fail (22,2%).
Pero dado el margen de error, nada parece decidido.
Queda por ver cómo estas cifras se traducen en términos de repartición de los 160 escaños de diputados que cuenta el Dail, la cámara baja del parlamento irlandés.
El jefe del servicio político del Irish Times, Pat Leahy, estima que este resultado es inédito. “Es un empate entre tres grandes partidos”, recalcó, en un país donde la vida política suele oscilar entre las dos principales formaciones de centroderecha, ya sea en alternancia o en coalición.
Fianna Fail y el Fine Fail han descartado formar una coalición con el Sinn Féin debido a sus vínculos en el pasado con el IRA, una organización paramilitar opuesta a la presencia británica en Irlanda del Norte.
Gerry Adams, figura histórica del Sinn Féin, ha resaltado en un tuit que el partido hizo una campaña centrada en “soluciones” para los irlandeses.
Una encuesta publicada a comienzos de esta semana en el Irish Times daba al partido, otrora escaparate político del IRA (Ejército Republicano Irlandés), el 25% de los votos, por delante de Fianna Fail (23%) y el partido de Leo Varadkar (20%).
Leo Varadkar es joven (41 años), mestizo y homosexual. Encarna una Irlanda en el pasado muy católica que se moderniza pero su popularidad ha caído después de casi tres años en el poder.
“La gente nos ha dicho durante la campaña que quiere un cambio”, declaró la jefa del Sinn Féin, Mary Lou McDonald, al votar en Dublín. Sus propuestas para construir viviendas atraen a un electorado joven y urbano.
En la práctica las posibilidades del Sinn Féin de llegar al poder en estas elecciones parecen escasas. El partido nacionalista de izquierda presenta solo 42 candidatos para 160 escaños de diputados.
El jefe del Fianna Fail, Micheal Martin, se mostró confiado al votar con su familia en Cork (sur). “Tenemos la obligación para con el pueblo de trabajar muy duro para garantizar que haya un gobierno en funcionamiento después de estos comicios”, dijo.
– Recuerdos de los “disturbios” –
Leo Varadkar fue criticado por haber centrado la campaña en el Brexit en vez de en las preocupaciones de los votantes, más interesados por la vivienda o la sanidad.
Una semana después de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, Irlanda y sus 4,9 millones de habitantes están en primera línea. Es el único país de la UE con una frontera terrestre con su vecino británico, y los vínculos económicos entre ambos son estrechos.
Las negociaciones comerciales entre Londres y Bruselas tendrán consecuencias para el comercio en la isla de Irlanda. Leo Varadkar destacó su papel en la búsqueda de una solución para evitar la vuelta de una frontera física entre las dos Irlandas.
Este tema, uno de las más espinosos del acuerdo de divorcio entre Londres y Bruselas, ha traído a la memoria las tres décadas del conflicto (los “disturbios”) en el Ulster, una provincia británica, entre republicanos (principalmente católicos) y unionistas (sobre todo protestantes), que causó 3.500 muertos.
En cuanto se conozcan los resultados oficiales comenzarán las negociaciones para formar un gobierno de coalición, a no ser que un partido logre 80 escaños, algo muy improbable.
El iniciado recuento, “extremadamente democrático”, permite a los electores elaborar su propia lista clasificando a los candidatos por orden de preferencia.