Con pancartas, banderas chilenas y de clubes de fútbol, algunos luciendo capuchas, los manifestantes coparon las cuatro esquinas de este importante lugar.
Miles de personas volvieron a reunirse este viernes en la céntrica plaza Italia de Santiago para protestar en contra del gobierno del derechista Sebastián Piñera y en favor de profundas reformas sociales en Chile.
Tal como lo vienen haciendo desde hace más de cuatro meses, miles de personas comenzaron a congregarse al caer la tarde en los alrededores de la céntrica plaza Italia, rebautizada por los manifestantes como ‘plaza de la Dignidad’, epicentro de la revuelta social que estalló en Chile el 18 de octubre pasado.
Con pancartas, banderas chilenas y de clubes de fútbol, algunos luciendo capuchas, los manifestantes coparon las cuatro esquinas de este importante lugar, que conecta el centro con el este de la capital chilena. Esta dinámica se ha repetido cada viernes desde que en octubre comenzaron las manifestaciones.
Los enfrentamientos se han tornado habituales en este sector de Santiago, donde la policía desvía el tránsito desde temprano y los pocos locales comerciales que se mantienen abiertos cierran temprano sus puertas para sortear ataques y el abundante gas lacrimógeno que lanza la policía.
En uno de los costados de la plaza, que al cabo de cuatro meses luce con sus calles y veredas casi completamente destruidas, los manifestantes más radicales se enfrentaron con las fuerzas especiales de la policía. Mientras los encapuchados lanzaban piedras y palos, las fuerzas antidisturbios respondían con abundantes chorros de agua de sus camiones cisternas y gas lacrimógeno, constataron periodistas de la AFP.
Las manifestaciones en Chile comenzaron primero por el alza en la tarifa del metro, pero luego derivaron en un extendido reclamo en favor de profundas reformas sociales en un país considerado hasta hace poco como el más estable de América Latina.
Las protestas han golpeado al gobierno del derechista Sebastián Piñera, quien que se apresta a cumplir dos años en el poder -el próximo 11 de marzo-, con los niveles más bajos de popularidad desde que hay registros (6%).
Su gobierno accedió a hacer algunas reformas sociales no contempladas en su programa de gobierno, como la del sistema de pensiones y en la rama de la salud.
Además, tras negociación con el Congreso, promovió un acuerdo que permitirá realizar un plebiscito el próximo 26 de abril, para decidir si se reforma y bajo qué mecanismo la Constitución política que se mantiene como herencia de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).