La llegada del COVID-19 ha cambiado el panorama en la capital panameña. Plazas desoladas y pánico colectivo dibujan el paisaje. Las autoridades luchan por mantener el control
Hace 72 horas se confirmó el primer caso de coronavirus (COVID-19) en Panamá, un día después se informó de la existencia de más casos y que uno de estos había fallecido.
Cuando la cuenta va por 14 casos confirmados y cientos de sospechas, las clases suspendidas a nivel nacional por dos semanas, los viajes del gobierno cancelados, y las iglesias suspendieron sus reuniones, la ciudad de Panamá muestra su cara más dramática en los comercios, restaurantes y supermercados.
Mientras los primeros parecen locales fantasmas, en los supermercados las filas son interminables. Un recorrido en la tarde del miércoles en Obarrio, demostró que los restaurantes estaban desolados en un sector donde usualmente es casi imposible encontrar mesas disponibles al mediodía de cualquier día de la semana.
El centro comercial Albrook es otro ejemplo. Considerado entre los más grandes de Centroamérica y en el neurálgico centro de conexiones entre la capital y el interior del país, junto a la Terminal de Transporte, amaneció este jueves totalmente solitario.
Pero en los supermercados la situación es totalmente opuesta. Las filas se hacen interminables, entre los productos más buscados figuran gel alcoholada, alcohol, jabón de mano ( fenicado), pañuelos desechables. También buscan comida seca, y artículos de aseo personal, previendo una orden de que todos permanezcan en sus casas por emergencia de salud pública.