El viernes, el país registró un nuevo récord de decesos diario, elevando el balance global a 4.858 víctimas del coronavirus, la mitad de ellos en la región de Madrid.
En Leganés, una de las ciudades con más ancianos de España, el personal del hospital se une en bloque para resistir al coronavirus que lo asedia y superar “la sensación de que todo se está desmoronando”.
“Es un panorama desolador pero no apocalíptico. De verdad, vamos a salir de esta situación”, asegura Jorge Rivera, portavoz del hospital Severo Ochoa, a una decena de kilómetros de la capital española.
El viernes, el país registró un nuevo récord de decesos diario, elevando el balance global a 4.858 víctimas del coronavirus, la mitad de ellos en la región de Madrid.
“Veo mucha entereza por parte del personal. De vez en cuando, no podemos resistir que salten las lágrimas, porque estamos en la trinchera peleando con el virus. Pero también tenemos expertos en psicología para sobrellevar esta sobrecarga emocional, entre la risa y el llanto”, explica por teléfono.
En Leganés, un 21% de sus 200.000 habitantes tienen más de 65 años. “Eso puede ser también una causa por la cual tenemos muchos pacientes contaminados y mayores”, dice Rivera, que no puede informar del número de decesos en su centro.
La semana anterior, un vídeo amateur grabado en el seno del hospital y visionado ampliamente en redes sociales mostraba los pasillos repletos de camas y pacientes. “Las urgencias están triplicadas” en su capacidad, señala el portavoz.
En la sala de rehabilitación, ahora convertida en unidad de hospitalización, Vanesa Guillén se pone un traje de protección para acceder a “una zona donde todos los pacientes son positivos”.
“Cuando fallecen los pacientes que están solos, como enfermeras, nos duele mucho”, explica telefónicamente esta sanitaria de 41 años.
“Intentamos leerles las cartas que les mandan los familiares. Algunas veces, cuando el paciente lleva muchos días sin ver a los suyos, se le da la posibilidad de que venga uno para despedirse dentro de la disponibilidad de los equipos de protección que hay que dar a los familiares”, explica.
Ante este “estrés tanto físico como emocional”, continúa, “nos apoyamos mutuamente con los compañeros de trabajo, nos damos mucho ánimo en los cambios de turno”.
Pero “tengo compañeras que, cuando salen de trabajar, les apetece llorar un rato en el coche o al llegar a casa y meterse en la ducha”, explica.
– Gimnasia en la tele –
Esta semana, el ejército debe comenzar a trasladar pacientes de este centro al inmenso hospital de campaña instalado en un pabellón de congresos de Madrid o a hoteles medicalizados.
La oenegé Médicos Sin Fronteras (MSF) también prevé acoger los casos menos graves en un recinto deportivo con un centenar de camas cerca del Severo Ochoa.
Especialista en rehabilitación, el doctor Santiago de la Fuente tiene tantos años como el hospital, 33, y ha diseñado un programa de ejercicios para los pacientes con coronavirus, resignados a pasar una larga temporada hospitalizados.
“Se está proyectando a las 12H00 y las 17H00 en el circuito cerrado de televisión del hospital”, explica este médico.
Con el país confinado desde el 14 de marzo ante la virulenta pandemia, “la sensación es que todo se está desmoronando”, dice este doctor.
“Cuando digo todo, es todo: no solo el sistema sanitario, también la sociedad, las relaciones sociales, ya no hay fútbol, no hay teatros, no se puede salir a la calle…”, insiste.
“Todo lo que conocíamos se está derrumbando como un castillo de naipes (…) Pero habrá que empezar a construirlo de nuevo”, afirma.
Pero entre la oscuridad, se aprecian gestos de solidaridad. El portavoz del hospital señaló la aportación de 3.000 blusas de la comunidad china o los 200.000 euros donados por el equipo de fútbol local.
Sus empleados se sienten más unidos que nunca, como “un engranaje que funciona todo junto”, dice la enfermera Guillén.