La guerra de Siria, que ha dejado más de 380.000 muertos, ha debilitado considerablemente el sistema sanitario.
Los investigadores de Naciones Unidas sobre Siria pidieron este sábado un alto el fuego para “evitar agravar la catástrofe”, ahora que se han reportado los primeros casos del nuevo coronavirus en el país ya destrozado por nueve años de guerra.
“La pandemia de COVID-19 representa una amenaza mortal para los civiles sirios. Atacará sin distinción y será devastadora para los más vulnerables en ausencia de una acción preventiva urgente”, advirtió Paulo Pinheiro, presidente de la Comisión de Investigación de la ONU.
Siria reportó hasta ahora cinco casos de nuevo coronavirus.
“Para evitar la tragedia que se avecina, las partes deben escuchar el llamado de un alto el fuego del secretario general de Naciones Unidas y del enviado especial, so pena de condenar a un gran número de civiles a una muerte evitable”, agregó en un comunicado.
La guerra de Siria, que ha dejado más de 380.000 muertos, ha debilitado considerablemente el sistema sanitario. Solo 65% de los hospitales y 52% de los centros de salud primaria que había antes de 2011 está operativos, mientras que el 70% del personal sanitario ha huido del país, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Esta situación dramática se debe “en gran parte a las fuerzas progubernamentales que apuntan sistemáticamente contra las instalaciones médicas”, según la comisión.
“Los ataques contra las estructuras médicas, instalaciones, hospitales y socorristas deben cesar inmediatamente”, exhorta.
La pandemia amenaza en particular a los 6,5 millones de sirios desplazados en el país. De ellos, más de un millón de civiles, mayoritariamente mujeres y niños, están hacinados en campos a lo largo de la frontera turca, en la provincia de Idlib.
Son personas que tienen acceso limitado a cuidados médicos y al agua potable en un sector donde decenas de hospitales han quedado destruidos por los bombardeos y los combates.
Las ONG humanitarias también temen una catástrofe sanitaria en las cárceles hacinadas del régimen sirio.