El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, criticó la “batalla mundial de narrativas” y “de luchas de influencias” en curso a través de la “distorsión” de los hechos y de la “política de generosidad”.
Algunos responsables europeos no esconden su malestar frente a China, una superpotencia a la que acusan de hacer avanzar sus peones geopolíticos en la crisis del COVID-19 y de intentar reescribir la historia de la pandemia en su territorio.
La secretaria de Estado francesa encargada de Asuntos Europeos, Amélie de Monchalin, reprochó el domingo a China y a Rusia de “instrumentalizar” su ayuda internacional y de “ponerla en escena”.
Unos días antes, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, criticó la “batalla mundial de narrativas” y “de luchas de influencias” en curso a través de la “distorsión” de los hechos y de la “política de generosidad”.
Recordó que si bien hoy “se intenta desacreditar” a Europa, en enero, la crisis era solo china, se localizaba únicamente en Hubei, “y se agravó porque responsables del partido (comunista) chino disimularon información crucial”, y que Europa ayudó en su momento a China, como Pekín lo está haciendo ahora con el Viejo Continente.
Como ellos, muchos funcionarios europeos sospechan que la superpotencia china -que parece haber erradicado a la epidemia del coronavirus en su país- está utilizando una “diplomacia de la mascarilla” para ensalzar su modelo de poder.
Pekín pidió discreción cuando la UE acudió en su ayuda, pero ahora, cuando viene a la ayuda de Europa, está destacando su acción con una “campaña de comunicación sin precedentes”, subraya Antoine Bondaz de la Fundación para la Investigación Estratégica (FRS), en una nota dedicada a “la Ruta de la Seda Sanitaria”.
Entre estas acciones figura “una donación de 20 millones de dólares a la OMS, el envío de médicos a Irán e Italia, la construcción de un laboratorio en Irak, el envío de pruebas a Filipinas y de equipo de protección a Pakistán y Francia”, enumera el investigador.
– “Una competencia entre sistemas” –
La embajada de China en Francia está promoviendo, sin tapujos, una campaña de promoción del sistema político chino y de su “éxito” en la batalla contra el coronavirus.
“Algunas personas, en el fondo, admiran mucho los éxitos del gobierno chino. Envidian la eficiencia de nuestro sistema político y odian la incapacidad de su propio país para hacerlo tan bien”, escribió la embajada en su sitio web, un mensaje que transmitió también ampliamente a través de Twitter.
Para François Heisbourg, un experto geopolítico francés, todo esto es “diplomáticamente inaceptable”. “Es la reputación de la República Popular la que está involucrada”, incluso si estos mensajes no son enviados directamente por Pekín, señala.
La batalla ideológica en torno al COVID-19 sigue a la del control de las rutas marítimas en el Mar de China y el acceso a la tecnología 5G.
“Desde hace siete años China se libra a una feroz competición entre sistemas políticos, y aprovecha cada oportunidad nacional o internacional para mostrar la presunta superioridad de su sistema”, dice a la AFP Alice Ekman, analista a cargo de Asia en el Instituto de Estudios de Seguridad de la Unión Europea (EUISS).
– “Pecado original” –
Pekín también quiere “deshacerse, interna y externamente, del pecado original”, el de la aparición del virus en su territorio, dijo a la AFP François Heisbourg.
Queda por ver si su relato de la crisis será convincente, señala una fuente diplomática europea. Pero si salen de esta crisis rápidamente, especialmente en términos económicos, será con un poder y una confianza diez veces mayor, predice esta fuente.
“Incluso si las declaraciones sobre el origen del virus y la excesiva mediatización de la ayuda china comienzan (…) a convertirse en críticas contra China, otros países siguen mostrando su proximidad a Pekín en el contexto actual (Rusia, Irán, Pakistán, Argelia, entre otros), y no les disgustaría proclamar en coro el surgimiento de un “nuevo orden mundial” post-occidental al final de esta crisis”, señala Ekman.