LONDRES — El punto de conflicto en las conversaciones sobre la reactivación de la Liga Premier, la más adinerada del futbol global, no es sobre cómo afectaría a los mejores y más acaudalados clubes, sino acerca de la manera en que impactaría a los peores.
Mientras las ligas en Alemania, Italia y España dan pasos titubeantes hacia el reinicio, el retorno de la Liga Premier se retrasa por una alianza de equipos que se ubican en la parte inferior de la clasificación. Parecen determinados a usar los propios estatutos de la liga como arma de negociación contra la reanudación de las actividades con el fin de evitar el riesgo del descenso a la segunda división, y una potencial ruina financiera.
Las conversaciones semanales para lograr que el balón ruede de nuevo —casi dos meses después de que los juegos fueron suspendidos en respuesta a la pandemia de coronavirus— casi siempre terminan en frustración, a pesar de que los funcionarios apoyan el retorno de los deportes.
El secretario de Asuntos Exteriores del Reino Unido, Dominic Raab, dijo el martes que el regreso del futbol de la Liga Premier “levantaría el ánimo de la nación”.
“Sé que el gobierno ha tenido reuniones constructivas con los organismos deportivos para planear que los atletas retomen los entrenamientos cuando sea seguro hacerlo”, mencionó.
La falta de consenso es incluso más sorprendente cuando se compara con los esfuerzos para volver a jugar de otras ligas importantes. Las ligas de España e Italia, donde hasta el momento el virus ha afectado de una manera similar que al Reino Unido, y la de Alemania, donde el gobierno aprobó el miércoles el regreso a las actividades a partir de la segunda quincena de mayo, parecen haberse unido en torno a una estrategia.
Como en esos países, la división inglesa de mayor importancia ha desarrollado un protocolo para reiniciar la temporada en un ambiente biológicamente seguro, en el cual los jugadores serían sometidos a pruebas frecuentes y podrían ser aislados juntos antes de que se realicen los primeros juegos.
No obstante, y en medio de una continua oposición, el plan para reiniciar la temporada de la Liga Premier aún no ha sido votado: bajo la constitución de la liga, 14 de los 20 equipos deben aprobar el plan pero como no hay garantías de obtener el mínimo necesario, no se puede hacer nada más que seguir con las conversaciones.
Se han realizado horas y horas de llamadas que, en gran medida, no llegan a nada. Equipos como el Aston Villa y el West Ham, y otros en peligro de ser relegados a la segunda división, han deliberado mucho sobre si la integridad de la competencia sería socavada si no se completa en condiciones similares a los tres cuartos de la temporada que ya se jugaron. Esos partidos, antes de la suspensión por la pandemia, se realizaron en estadios repletos, una situación que es poco probable que se repita hasta el próximo año.
La noche del lunes, Paul Barber, el director ejecutivo del Brighton & Hove Albion, que en el decimoquinto lugar se ubica solo dos puntos por encima de la última posición para descender, reconoció que la actitud de su club en las conversaciones se debía al “interés propio”.
El Brighton se opone a una propuesta para jugar el resto de la temporada en recintos neutrales, para evitar los grupos de hinchas reunidos afuera de los estadios.
“Los recintos neutrales simplemente cambian la naturaleza de la competencia, lo que nosotros consideraríamos injusto y no es la manera adecuada de proceder”, le dijo Barber a BBC Radio. “Mi trabajo es representar al Brighton & Hove Albion, y nuestros intereses permanecerán en la Liga Premier”.
Aunque los seis equipos al fondo de la tabla de clasificación han formado una alianza, sus objetivos finales difieren. Los que ocupan los últimos tres lugares desean que el descenso a segunda división sea anulado durante una temporada o que la temporada sea declarada como inválida. Los clubes arriba de ellos preferirían que las posiciones se congelen, si no se puede volver a jugar en esta temporada.
Las implicaciones financieras para el Brighton, o para cualquiera de los equipos que enfrentan el descenso, son mínimas en comparación con el impacto que la liga enfrentaría si la temporada no se completa.
Tan solo las empresas que transmiten los partidos tendrían que recibir un pago de 750 millones de libras, unos 933 millones de dólares, por los 92 partidos que no serían jugados. Incluidas las pérdidas de ganancias de los estadios y otros ingresos, la liga estima que la cifra total sería cercana a los 1500 millones de dólares. Incluso si los encuentros se realizan, el estimado de pérdidas sería de hasta 622 millones, incluidos los millones por reembolsos a las televisoras debido a los cambios al calendario.
La próxima reunión está programada para el lunes, aunque es poco probable que se realice una votación. En cambio, se les solicitará a los equipos que se pongan de acuerdo en un protocolo de entrenamiento, un retorno gradual a las prácticas formales que los directivos creen que puede lograrse.