La reciente firmada moratoria ha traído un alivio a miles de panameños que en este momento han dejado de percibir ingresos a causa de la pandemia del coronavirus.
En medio de esto, surgen algunas interrogantes: los intereses acumulados, la deuda a pagar desde el 1 de enero de 2021 o si el remedio es peor que la enfermedad.
Lo primero que debemos hacer es colocarnos en la piel de los que hoy no tienen trabajo o modo de generar recursos por la cuarentena total. Si tienes una hipoteca, un préstamo de auto, un préstamo personal o tarjetas de crédito, la moratoria representa un alivio mental.
Si todavía estás generando recursos, pese a los recortes de salario en muchas empresas, es responsable pagar, siempre que alcance, para no acumular más deudas.
He visto que muchos acomodan las cosas de acuerdo a su situación, conveniencia o como estén viviendo la cuarentena. No hay empatía, no hay solidaridad, ni nobleza o simplemente prefieren mirar al prójimo con indiferencia.
Hoy, en medio de la crisis, muchas familias en hogares panameños se acuestan sin que comer: en medio de la crisis el hambre ataca y no hay remedio debido al “quédate en casa” que nos imponen las autoridades para mitigar la propagación del virus.
Desde el Gobierno, crecen las especulaciones de los sobrecostos y la corrupción de funcionarios que se aprovechan de la pandemia para llenar sus bolsillos. Miserable y condenable desde todo punto de vista, de llegarse a comprobar estos actos.
Decía Eduardo Galeano: “La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto mutuo”. La cita sirve para contextualizar lo que vivimos en estos momentos.
Dicen que en los momentos difíciles se saca lo mejor y lo peor de las personas. La clave en esta crisis es ser solidario, ayudar al que menos tiene, ya sean familiares; amigos, vecinos, conocidos; con eso, aliviamos en algo a esa persona, para que tenga el alimento, vital para la supervivencia humana.
Es claro que después de esta crisis que nadie pidió, pasará un buen tiempo para reactivar nuestra economía, negocios, restaurantes y que todo vuelva a la normalidad. Pero como en la vida todo pasa, volveremos a la normalidad y valoraremos más ese café con amigos, esa salida nocturna o un viaje a la playa con la familia.
Mientras eso llega, disfrutemos las cosas que no tienen precio: la salud, tener a nuestra familia y la bendición de poder despertar todos los días.
Muy cierto Carlos Figueroa, esta situacion nos a hecho descubrir lo valioso que es nuestra familia.