En la famosa avenida de los Campos Elíseos, normalmente atestada de compradores y turistas, reinaba una calma inhabitual.
Con cautela y alegría, los franceses recuperaron este lunes una tímida normalidad tras dos largos meses de confinamiento, pero ante el temor a un rebrote de la epidemia de covid-19 y una repentina caída de las temperaturas, muchos prefirieron quedarse en sus casas.
“Esperaba ver mucha gente, como antes. Pero las calles están vacías. Tengo la impresión de que seguimos en confinamiento”, dice sorprendida Marie-France Navarro, desde el moderno barrio de negocios de La Défense, situado al oeste de París, en el primer día de libertad para 67 millones de franceses.
Tras 55 días encerrados en sus casas, Francia, uno de los países más castigados por el coronavirus, recobró parte de su efervescencia. Peluquerías, tiendas de ropa, florerías y librerías volvieron a abrir sus puertas, con una batería de precauciones para empleados y clientes.
En la famosa avenida de los Campos Elíseos, normalmente atestada de compradores y turistas, reinaba una calma inhabitual.
“El ambiente es un poco irreal, todo el mundo lleva mascarillas, es muy extraño”, estima Irina, una joven de 20 años que aguarda impaciente, junto a un puñado de personas, la reapertura de una gran cadena francesa de cosméticos.
En una zapatería en una calle comercial de París, las puertas estaban abiertas, pero desde la apertura se realizaron apenas dos ventas. “No hay mucha gente esta mañana, apenas unos cuantos curiosos”, dice abatido Alexandre, el gerente.
– ‘Feliz de haber vuelto’ –
Con el levantamiento paulatino de las restricciones, cientos de miles de personas retornaron al trabajo este lunes, un regreso vital para reactivar la economía francesa, sumida en su peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial.
“Estoy feliz de haber vuelto, ya no sabía qué hacer en casa”, dice Bruno Angilletta, propietario de una escuela de manejo en París.
“Vamos a retomar despacio, para asegurarnos de que todo está bien. Comprar desinfectante, mascarillas, poner en pie todas las medidas sanitarias”, dice.
Los franceses pueden desde este lunes salir a las calles libremente, sin tener que llevar un justificativo, pero sin alejarse a más de 100 kilómetros de su domicilio.
Para tomar el metro, el autobús o el tren, deben obligatoriamente llevar una mascarilla.
Para ello, el Estado francés puso a disposición de las empresas de transporte público 10 millones de mascarillas para distribuirlas entre los usuarios.
En París, quienes quieran tomar los transportes públicos en las horas de mayor frecuencia deben además presentar un certificado de su empresa que justifique la necesidad de desplazarse, una medida tomada para evitar multitudes.
Y para asegurar la distancia física entre pasajeros, se instalaron señalizaciones y flechas en el suelo de los andenes de las estaciones del metro. En caso de que no se respeten las reglas, se podría interrumpir el servicio, advirtieron los responsables.
Pese a los temores de una segunda oleada de contagios, que los infectólogos consideran “posible”, el ejecutivo estima que es vital reactivar la economía para evitar una cascada de quiebra de empresas y un desempleo masivo.
Debemos encontrar un “equilibrio indispensable” entre “reactivación económica y respeto de las precauciones”, dijo la semana pasada el primer ministro, Edouard Philippe.
El coronavirus, que ha matado a más de 26.000 personas en Francia, ha tenido también un impacto devastador en la economía, cuya actividad disminuyó en un tercio, con la desaparición de cerca de medio millón de puestos de trabajo en el sector privado.