Los impactos llegaron como una rápida sucesión de eventos durante la semana pasada: un ciclón azotó la megaciudad india de Calcuta, lluvias fuertes fracturaron dos presas en el Medio Oeste de Estados Unidos y el jueves se divulgó la advertencia de que la temporada de huracanes del Atlántico podría ser grave.
Todo sirvió como recordatorio de que la pandemia de coronavirus, que ha causado la muerte de 325.000 personas hasta el momento, choca contra otra amenaza global: un planeta que se calienta de manera rápida y pone en grave peligro a millones de personas, especialmente a las de escasos recursos en todo el mundo.
El cambio climático hace que los fenómenos climáticos extremos sean más frecuentes y más intensos. Ahora, debido a la pandemia, llegan en un momento en que las economías nacionales están colapsando y las personas comunes enfrentan graves problemas económicos.
Por ejemplo, organizaciones de asistencia que trabajan en el este de India y Bangladés dicen que el confinamiento obligó a las personas a depender de ayuda alimentaria desde el momento en que la tormenta, el ciclón Amphan, impactó. Después, los intensos vientos y las fuertes lluvias arruinaron cultivos recién sembrados que buscaban alimentar a las comunidades durante la siguiente temporada. “La gente no tiene nada en qué apoyarse”, dijo Pankaj Anand, un director de Oxfam India, en un comunicado difundido el jueves.
Pero lo peor podría estar por llegar.
Otros peligros climáticos están en ciernes, a medida que el coronavirus extiende su larga cola alrededor del mundo. Estos incluyen la posibilidad de olas de calor en Europa y el sur de Asia, incendios forestales desde el oeste de Estados Unidos hasta Europa y Australia, así como la escasez de agua en Suramérica y el sur de África, en donde una persistente sequía profundiza la hambruna.
Y además, están las langostas. Langostas.
Las lluvias descomunalmente fuertes del año pasado, que los científicos afirman fueron fomentadas por el calentamiento a largo plazo del océano Índico, un sello distintivo del cambio climático, han exacerbado una plaga de langostas a lo largo del este de África. Las temperaturas más altas hacen que para esos insectos sea más atractivo extenderse a lugares donde el clima no era tan apropiado anteriormente —y al mismo tiempo, destruyen vastas franjas de tierra de cultivo y pastizales para algunas de las personas más pobres del planeta—.
Aunque los riesgos son diferentes en cada región, juntos “deben ser vistos como una señal aleccionadora de lo que depara el futuro para los países de todo el mundo”, advirtió un grupo de científicos y economistas este mes en un artículo de opinión en Nature Climate Change.
No obstante, los impactos no serán iguales, agregaron. Permanecerán para exacerbar desigualdades que han existido desde hace tiempo, dicen los expertos, y “pondrán a poblaciones específicas en un riesgo incrementado y comprometerán la recuperación”.
Todos esos peligros climáticos extremos son más frecuentes e intensos debido a la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera, lo que causa el incremento de las temperaturas en la tierra y en el mar.
El impacto del calentamiento acumulado ya fue experimentado por quienes estuvieron en el ojo del ciclón Amphan esta semana: aquellos que viven en las regiones del delta del este de India y Bangladés, y que están a merced de las cada vez más intensas olas de calor, el aumento del nivel de los océanos, así como el incremento de tormentas y superciclones como este.
Por ejemplo, en el Bangladés rural, la tormenta rompió a través de terraplenes. El agua del mar inundó los campos de arroz. Los hogares construidos con adobe colapsaron.
El avance del cambio climático ha hecho que para muchas personas sea cada vez más difícil poder ganar su sustento mediante la agricultura o la pesca, como lo hicieron varias generaciones anteriores; muchos trabajadores han migrado a las áreas urbanas cercanas para poder ganarse la vida. El confinamiento puso fin a esa estrategia para salir adelante. De manera masiva, los trabajadores migrantes en India intentan regresar a sus casas.
Según Corinne Le Quéré, una científica climática de la Universidad de East Anglia en Inglaterra, los fenómenos climáticos extremos de los días pasados, aunados a la pandemia de coronavirus, revelan los peligros de sobreestimar el impacto de los riesgos compuestos.
Las políticas de recuperación económica que los gobiernos promulguen después de que la pandemia se acabe, dijo, impactarán la trayectoria de las emisiones durante las próximas décadas.
“La reconstrucción posterior a la COVID-19 debería cobrar forma de una manera que reduzca nuestra vulnerabilidad”, dijo ella. “Eso significa tanto prepararse para riesgos climáticos extremos, como reducir las emisiones que apuntalan dichos riesgos”.