MINNEAPOLIS — Uno era un veterano del Departamento de Policía de Minneapolis que trabajaba como guardia de seguridad cuando no estaba de servicio. El otro se encargaba de la seguridad en una tienda del Ejército de Salvación y pasaba algunas de sus noches como cadenero en la puerta de clubes locales.
Durante el año anterior a su encuentro fatal, George Floyd, de 46 años, y el oficial que ha sido acusado por su muerte, Derek Chauvin, de 44 años, trabajaron en el mismo club nocturno latino de Minneapolis, ambos como parte del equipo que se encargaba de mantener bajo control a los clientes escandalosos.
Sus caminos se cruzaron por última vez justo antes del anochecer del Día de los Caídos, frente a la tienda de una esquina que es conocida por ser el mejor lugar de la ciudad para comprar cigarrillos mentolados. En cuestión de una hora, Floyd estaba muerto y sus últimas súplicas y jadeos quedaron grabados en un video horriblemente gráfico.
En una acción que ha desencadenado protestas en ciudades de todo el país, Chauvin se arrodilló sobre el cuello de Floyd detrás de un vehículo policial que estaba frente a la tienda. Durante ocho minutos y 46 segundos, según consta en una denuncia penal que fue presentada el viernes por el fiscal de distrito del condado de Hennepin, el policía presionó su rodilla sobre el cuello de Floyd, mirando hacia el suelo en silencio mientras su detenido jadeaba y le decía que no podía respirar.
Los espectadores sacaron sus teléfonos celulares, maldijeron y suplicaron ayuda y, aun así, después de que Floyd dejó de protestar y responder, el oficial continuó aplicando presión sobre su cuello durante dos minutos y 53 segundos.
El caso forma parte del historial de violencia policial de los últimos años en el que hombres afroestadounidenses han muerto en situaciones sorprendentemente cotidianas: Eric Garner murió después de un arresto en Nueva York en 2014 por vender cigarrillos sin sellos de impuestos; Michael Brown murió ese mismo año luego de tener un encuentro con la policía en Ferguson, Misuri, por caminar en la calle en vez de usar la acera.
El caso de Floyd comenzó con el reporte de un billete falsificado de 20 dólares que un tendero dijo que intentó utilizar para comprar cigarrillos.
“Murió por nada, algo sobre un billete falso. Pero eso no es nada”, dijo Jason Polk, de 53 años, conductor de un autobús urbano y uno de los muchos residentes del sur de Minneapolis que han expresado su indignación por el caso.
Con Chauvin bajo custodia y acusado formalmente de asesinato en tercer grado y homicidio involuntario en segundo grado, ahora los fiscales deben tratar de entender qué fue lo que pasó en los caóticos momentos antes de que Floyd fuera trasladado al Centro Médico del Condado de Hennepin y declarado muerto a las 9:25 p. m.
Los relatos de testigos y los videos de teléfonos celulares y cámaras de vigilancia, así como los documentos de los cargos, que fueron divulgados el viernes, cuentan gran parte de la historia de cómo se desarrolló el arresto por la “falsificación en curso” que supuestamente cometió Floyd.
Floyd fue un jugador estrella de fútbol americano y baloncesto en la escuela preparatoria y se había mudado a Minneapolis hacía unos cinco años. Cuando regresó a Houston para el funeral de su madre hace dos años, le dijo a un primo que ya sentía que Minneapolis era su casa. “Era un tipo muy feliz, le encantaba estar rodeado de personas, le encantaba bailar y amaba Minneapolis”, dijo Jovanni Thunstrom, propietario del Conga Latin Bistro, donde Floyd trabajaba en labores de seguridad durante las noches de salsa. “Todos los días llegaba con una sonrisa en el rostro”.
Floyd y Chauvin trabajaban juntos en otro club llamado El Nuevo Rodeo. Maya Santamaría, quien vendió el club en enero, dijo que dudaba que los dos hombres hubieran coincidido ahí. Floyd laboraba ocasionalmente entre semana por las noches, mientras que Chauvin había trabajado como guardia de seguridad durante los fines de semana de los últimos 17 años. Durante las bulliciosas “noches urbanas” del club, a las que asistía una clientela principalmente afroestadounidense, Chauvin a veces era demasiado agresivo con los clientes e incluso había llegado a usar aerosol de pimienta, dijo Santamaría.
El encuentro fatal comenzó justo antes de las 8:00 p. m., cuando Floyd entró a Cup Foods, una tienda local dirigida por cuatro hermanos, y un empleado afirmó que había pagado unos cigarrillos con un billete falso de 20 dólares. La policía recibió una llamada de la tienda a las 8:01 p. m.
“Alguien vino a nuestra tienda y nos dio un billete falso. Nos dimos cuenta antes de que saliera de la tienda”, dijo la persona que llamó, según una transcripción publicada por las autoridades. “Cuando salimos corriendo, estaba sentado en su automóvil”.
El dependiente exigió que le devolviera los cigarrillos. “Pero él no quería hacerlo, y estaba sentado en su automóvil porque estaba terriblemente borracho y no tenía control de sí mismo”, dijo el vendedor, según una transcripción de la llamada a la policía. “No estaba actuando bien”.
El oficial al teléfono le pidió una descripción, y la persona que llamó describió al hombre como alto, calvo y de 1,80 metros de altura aproximadamente.
“¿Es blanco, negro, nativo, hispano, asiático?”.
“Algo así”, respondió la persona que llamó.
“¿Cómo es? ¿Blanco, negro, nativo, hispano, asiático?”.
“No, él es un hombre negro”, dijo quien llamó a la policía.
No mucho después, Angel Stately, una cliente habitual y exempleada de la tienda, llegó a comprar cigarrillos mentolados. La policía ya estaba afuera. Stately dijo que el empleado, un adolescente, se sentía mal. Le dijo que solo había llamado a la policía porque ese era el protocolo.
El empleado levantó un billete doblado y se lo mostró. El billete era una burda falsificación, según dijo. “La tinta se estaba borrando”, comentó.
Stately dijo que vio que un oficial se acercaba a Floyd, con la mano en la pistola que llevaba en la cadera.
Los documentos de los cargos dicen que los oficiales encontraron a Floyd en un automóvil azul estacionado con dos pasajeros. Pronto llegaron más unidades policiales y los agentes trataron de subir a Floyd a un vehículo policial. Pero él se resistió.
“El señor Floyd no entró voluntariamente al automóvil y luchó con los oficiales; se tiró al suelo intencionalmente, diciendo que no iba a meterse en el automóvil y negándose a quedarse quieto”, según consta en el documento de la acusación.
De acuerdo con el relato de los fiscales, incluso antes de que estuviera en el piso y de que Chauvin le pusiera la rodilla sobre el cuello, Floyd comenzó a decir una y otra vez que no podía respirar mientras estaba parado afuera del coche.
Chauvin intentó trasladarlo a la patrulla policial con la ayuda del oficial J. A. Kueng. A las 8:19 p. m., Chauvin sacó a Floyd del lado del pasajero del auto. Floyd cayó al suelo, boca abajo, con las esposas todavía puestas. Kueng sostuvo la espalda de Floyd mientras el oficial Thomas Lane sostenía sus piernas.
Según los documentos, Chauvin puso la rodilla izquierda en “el área de la cabeza y el cuello del señor Floyd” y este seguía protestando. “No puedo respirar”, dijo en varias ocasiones.
Llamó a su madre. Y dijo: “Por favor”.
Uno de los oficiales desestimó sus súplicas.
“Estás hablando bien”, dijo un policía, de acuerdo con los documentos de la acusación.
Al menos un oficial estaba preocupado. Lane preguntó si deberían voltear a Floyd sobre el costado.
“No, dejémoslo donde lo tenemos”, respondió Chauvin.
“Estoy preocupado por sus delirios o lo que sea que le sucede”, dijo Lane.
“Por eso lo tenemos bocabajo”, respondió Chauvin.
A las 8:24 p. m., Floyd dejó de moverse.
Kueng revisó el pulso de la muñeca derecha de Floyd. “No pude encontrarlo”, dijo.
Sin embargo, ninguno de los oficiales se movió.
A las 8:27 p. m., ocho minutos y 46 segundos después de haber iniciado la presión sobre el cuello de Floyd, Chauvin finalmente levantó la rodilla.
La oficina del médico forense declaró que la hora de la muerte fue las 9:25 p. m.
Al menos debieron de darle Rcp, para ver si reaccionaba. Al menos se hubiera salvado y hoy la situación hubiera sido distinta,