El gobierno de la India ha relajado en los últimos días las restricciones draconianas impuestas a finales de marzo a los 1.300 millones de habitantes.
Los médicos de uno de los principales hospitales privados de India se mueven sin cesar por la unidad de cuidados intensivos con trajes de protección completos. Todas las camas están ocupadas por pacientes con coronavirus, y crece el temor de que lo peor está por llegar.
“No sabemos cuándo llegará el pico” de la pandemia, dice el médico Deven Juneja a AFP durante una pausa de sus rondas en el Hospital Max Smart Super Specialty en Nueva Delhi.
“Todos esperamos lo mejor, pero estamos preparados mental y físicamente para lo peor”, explica cubierto de pies a cabeza en medio del servicio de cuidados intensivos, donde la melodía repetitiva de los bips de los electrocardiogramas responde al soplido regular de los respiradores artificiales.
Enfrentado a una economía exangüe, el gobierno ha relajado en los últimos días las restricciones draconianas impuestas a finales de marzo a los 1.300 millones de habitantes.
Pero cada día se registran unos 10.000 nuevos casos, con lo que ya suman más de 285.000 los infectados y 8.102 muertos de covid-19, lejos de los balances de Europa y Estados Unidos, aunque se cree que el número real es mucho mayor.
– Tiempos difíciles –
Los periódicos publican historias de pacientes que fallecieron después de que se les negó la atención. El gobierno está convirtiendo los estadios de cricket en hospitales de campaña. Los crematorios se esfuerzan para atender semejante demanda.
En Nueva Delhi la situación es particularmente grave, ya que el gobierno de la ciudad pronosticó esta semana que el número de casos aumentará 20 veces, a más de medio millón, para fines de julio, pero el sistema de atención médica no parece estar preparado para una avalancha así.
Las ambulancias llegan constantemente al hospital Max, que, al igual que otras instalaciones privadas en la ciudad de 20 millones de personas, ha recibido la orden del gobierno de reservar el 20% de sus camas para pacientes con coronavirus.
Como las familias no pueden visitar a pacientes con el virus, Juneja tiene que duplicarse como cuidador, aunque ni siquiera es capaz de sostener las manos de sus pacientes.
“Todos estamos tratando de mantener nuestra moral en estos tiempos difíciles”, dice Juneja que asegura que en los últimos días ha aumentado el número de personas que buscan una cama.
“Tenemos mucho trabajo. Queremos que nuestros pacientes se restablezcan rápidamente y tratar de instalar más camas”, dice el médico.
– Agotamiento –
El hospital ha tenido que transformarse drásticamente, delimitando zonas verdes y rojas. Incluso ha convertido la sección de maternidad en un centro de atención de coronavirus.
Los carteles con personajes infantiles como Winnie the Pooh y bebés sonrientes saludan a los pacientes que llegan, mientras el personal con equipo de protección completo -con sus nombres escritos a mano en un rotulador negro en la parte delantera- analizan a todos los recién llegados en busca de fiebre y otros síntomas.
“Asusta un poco, porque nunca se sabe por dónde puede ingresar la infección al cuerpo”, dice Jyoti Ester, una enfermera de atención de infecciones.
Vinita Thakur, una enfermera en la sección reservada a pacientes de covid-19, asegura que usar trajes protectores durante largas horas en el caluroso verano indio requiere un inmenso “esfuerzo físico y mental”.
“Después de ponernos los equipos de protección, no podemos beber agua, no podemos comer, ni siquiera podemos ir al baño”, dice Thakur mientras atiende a un paciente anciano en la sección de cuidados intensivos.
“Se transpira mucho y por eso tenemos quemaduras y erupciones cutáneas. Pero tenemos que hacerlo, estamos en la primera línea, no podemos poner ninguna excusa”, sostiene.
Un paciente en vías de recuperación en la sección de cuidados intensivos dice a AFP que no nunca podrá agradecer lo suficiente al personal de atención médica.
“Creo que todo este personal del hospital es como Dios porque arriesgan sus propias vidas para tratar a los pacientes”, dice Bhupinder Sharma, de 55 años. “No puede haber nada más grande que esto”.